Diario de viajeros. Vero y Nacho. «Dueño de mis palabras».

Como siempre, las decisiones del próximo destino las tomamos en la parada del bondi. No es adrede. Creo que se activa un dispositivo de claridad que nos permite identificar mejor cuál es el rumbo a seguir. De este modo, mientras nos preparábamos para un viaje hasta Playa Jacó, preferimos quedarnos a mitad de camino, en

Como siempre,
las decisiones
del próximo
destino las
tomamos en la
parada del
bondi. No es
adrede. Creo
que se activa un
dispositivo de claridad que nos permite identificar mejor cuál es el rumbo
a seguir. De este modo, mientras nos preparábamos para un viaje hasta
Playa Jacó, preferimos quedarnos a mitad de camino, en Manuel Antonio,
donde se encuentra el parque nacional homónimo.

A pesar de costarnos un ojo de la cara, el paseo valió la pena, porque
estuvimos en playitas escondidas, transitamos senderos que abrían la
selva a cada lado mientras mirábamos como los monos de cara blanca
jugaban en los árboles. Hasta nos resultó gracioso que un mapache nos
choreara un mango que habíamos llevado para comer. Terminado el
paseo, que nos llevó todo un día, partimos.

Playa Jacó
Cuando me bajé del colectivo que nos dejó sobre la ruta, a la entrada de
Playa Jacó, estaba convencido que escribiría un post puteando contra
todo Costa Rica. Con este país sucede lo siguiente: como están acostumbrados
al turismo yanqui, se piensan que todos lo que cargamos mochilas al
hombro somos gringos. Un país pensado para el turista, no para el viajero.
Entonces se aprovechan y quieren cobrarte de más, en todos los rubros,
sobre todo transporte. Todo esto genera una situación de mierda, donde yo
me peleo porque no les quiero pagar y Vero se enoja conmigo porque yo
me enojo.
Como decía, al bajar del bondi quería escribir de manera de sacar tanta
calentura que tenía dentro mío. Pero a partir de ahí se sucedieron una serie
de fenómenos que me hicieron echar para atrás, a saber:
-Un lugareño me pagó de su bolsillo un agua mineral al verme entrar al
quiosco hecho una piltrafa.
-Me acordé de Iván, quien estuvo con nosotros el finde pasado y nos
compartió su comida.
-Una familia nos regaló gallo pinto (arroz con frijoles) porque les había
sobrado, salvando así nuestra cena.
-Hoy, en el camping, una pareja nos regaló una sartén, un tomate y nos
convidó banana frita y como  cinco litros de agua potable.
Estas y otras cosas me hicieron reflexionar y me obligaron a agudizar la
mirada sobre de quiénes recibimos hostilidad y de quiénes hospitalidad.
Por suerte, ahora, no debo sentirme mal por haber escrito una caterva de
insultos al aire, insultos de los cuales difícilmente uno pueda desdecirse.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.