11 de mayo: Día del Himno Nacional Argentino.

El 24 de mayo de 1812 se presentó en la «Casa de Comedia» de Buenos Aires la obra teatral «El 25 de Mayo» de Blas Parera, referida a la revolución de Mayo de 1810, la cual terminaba con un himno coreado por los actores. Uno de los espectadores, el porteño Vicente López y Planes, se sintió inspirado y esa misma noche

VICENTE LOPEZ Y PLANES.

El 24 de mayo de 1812 se
presentó en la «Casa de
Comedia»
de Buenos Aires
la obra teatral «El 25 de Mayo»
de Blas Parera, referida a la
revolución de Mayo de 1810,
la cual terminaba con un
himno coreado por los actores.
Uno de los espectadores, el
porteño Vicente López y
Planes, se sintió inspirado y
esa misma noche escribió la
primera estrofa de un himno
para reemplazar al de Morante,
al que el catalán Blas Parera
había puesto música.

La Asamblea General
Constituyente lo aprobó como
«Marcha Patriótica» el día 11 de
mayo de 1813. Al día siguiente le encargó componer una nueva música a Blas Parera.
En una sola noche terminó la partitura. En 1817, Parera abandonó la Argentina,
viviendo varios años en Río de Janeiro (Brasil) y finalmente en España, donde murió.
Sobre el exilio de Blas Parera se ha especulado mucho, indicándose que partió del
país a causa de haber sido obligado a componer la música del himno; esta teoría
carece de documentación que la avale. El musicólogo Carlos Vega, explica al respecto
que, «meses antes de su partida, el gobierno argentino (recuérdese que el país estaba
en guerra) exigió a todos los españoles residentes juramento de fidelidad a la patria
naciente y morir por su independencia total, legalizando su adhesión mediante una
carta de ciudadanía. Podría ser que la adopción de la nacionalidad argentina hubiera
sido una imposición demasiado dura para el catalán, y acaso la causa de su
extrañamiento súbito.»

Se estima que la obra fue presentada el mismo día 25 de mayo de 1813 ya que el día
28 de ese mismo mes se cantó en el teatro durante una función patriótica efectuada
durante la noche. Luego se lo conocería como Canción Patriótica Nacional, y más
tarde simplemente como Canción Patriótica. Pero en una copia de 1847 aparece
titulada como Himno Nacional Argentino, nombre que recibe en la actualidad.

El testimonio de un viajero de la época da una idea de la amplia aceptación popular
de la que gozaba el nuevo himno: En 1817, un diplomático estadounidense, Henry
M. Brackenridge, fue testigo de la extraordinaria difusión que había tenido en el
pueblo rioplatense la canción patriótica que la Asamblea del año 1813 había
consagrado como Marcha Nacional.
Brackenridge viajaba en un pequeño barco desde Montevideo a Buenos Aires y, en
el transcurso de la travesía, escuchó las estrofas del himno coreadas espontáneamente
por sus acompañantes. El relato de Brackenridge, tomado de su libro Voyage to
South America
(Viaje a Sud América), publicado en Baltimore en 1819, decía:

“Por la tarde, nuestros compañeros, después de beber un vaso de algo
estimulante, rompieron con una de sus canciones nacionales, que cantaron
con entusiasmo como nosotros entonaríamos nuestro ‘Hail Columbia!’. Me
uní a ellos en el fondo de mi corazón, aunque incapaz de tomar parte en el
concierto con mi voz. La música era algo lenta, aunque audaz y expresiva…
este himno, me dijeron, había sido compuesto por un abogado llamadoLópez,
ahora miembro del Congreso, y que era universalmente cantado en todas las
provincias de El Plata, así en los campamentos de Artigas, como en las calles
de Buenos Aires; y que se enseña en las escuelas como parte de la esencia de
la educación de la juventud…”

La letra era marcadamente independentista y antiespañola, como correspondía al
espíritu de la época. Tiempo más tarde la Asamblea del año XIII pide un «arreglo» de
la letra, para que el himno quedara más acorde con los nuevos vientos que soplaban:
Inglaterra se oponía vigorosamente a todo intento de autonomía en las colonias de
España, su aliada en la guerra contra Napoleón. El embajador británico, Lord Strangford,
hace saber al gobierno de Buenos Aires «lo loco y peligroso de toda declaración de
independencia prematura
«.

Desaparecen entonces estrofas que anunciaban que «se levanta a la faz de la Tierra una
nueva y gloriosa Nación». Se infiltran, en cambio, conceptos monárquicos tan en boga
entonces, cuando los próceres competían en candidaturas de príncipes europeos para
gobernarlos: el príncipe portugués, el francés, el italiano…

No extraña entonces el «ved en trono a la noble igualdad», afrancesamiento relacionado
con el propósito de coronar al duque de Orleans (aunque otros autores señalan que los
orleanistas no estaban a favor de la «noble igualdad» de la Revolución francesa sino más
bien lo contrario, que eran partidarios del Antiguo Régimen). O «sobre alas de gloria alza
el pueblo, trono digno a su Gran Majestad», estrofa desaparecida en la versión definitiva.
O «ya su trono dignísimo abrieron, las Provincias Unidas del Sur».

El himno experimentó en 1860 otra modificación encomendada al músico Juan Pedro
Esnaola, quien realizó una versión orquestada más rica desde el punto de vista armónico.

Tenido por Himno Nacional, la Canción Patriótica de López; a través de un largo período
de la nacionalidad fue interpretado de acuerdo con el texto original; pero una vez
desaparecido el furor de la contienda contra España, en aras de un acercamiento político
con ésta, debido a numerosas críticas por parte de representantes diplomáticos españoles,
la canción nacional sufrió en su enunciado una modificación de forma en lo relativo a aquella
parte que pudiera tener un concepto peyorativo para otros países.

Durante la segunda presidencia del general Roca, el 30 de marzo de 1900 un decreto
refrendado con la firma del Presidente de la Nación y de los ministros Luis María Campos,
Emilio Civit, Martín Rivadavia, Felipe Yofre, José María Rosa y Martín García Merou
disponía que:

«Sin producir alteraciones en el texto del Himno Nacional, hay en él estrofas que
responden perfectamente al concepto que universalmente tienen las naciones
respecto de sus himnos en tiempo de paz y que armonizan con la tranquilidad y
la dignidad de millares de españoles que comparten nuestra existencia, las que
pueden y deben preferirse para ser cantadas en las festividades oficiales, por
cuanto respetan las tradiciones y la ley sin ofensa de nadie, el presidente de la
República, en acuerdo de ministros decreta:

Artículo 1°. En las fiestas oficiales o públicas, así como en los colegios y escuelas
del Estado, sólo se cantarán la primera y la última cuarteta y el coro de la Canción
Nacional sancionada por la Asamblea General el 11 de mayo de 1813.»

Desaparecieron así las marciales referencias a «los bravos [argentinos] que unidos juraron
su feliz libertad sostener, a esos tigres sedientos de sangre [los españoles] fuertes pechos
sabrán oponer». También se quitó: «Son letreros eternos que dicen: aquí el brazo argentino
triunfó, aquí el fiero opresor de la Patria [el soldado español] su cerviz orgullosa dobló».
FUENTE Y FOTO: WIKIPEDIA.

 

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