Durante algo más de dos décadas Patricia Betz estuvo abocada al ejercicio de la docencia en nivel inicial, sin embargo siempre ha tenido una fuerte inclinación artística lo que la impulsó a tomar clases de pintura y realizar diversos cursos que luego se convirtieron en eficaces herramientas para desenvolverse al frente de su taller de arte.

Se jubiló hace apenas un par de meses no obstante mantiene una intensa actividad puesto que además de estar dedicada a las clases en su taller, Betz hace encuadernaciones y, junto a una amiga, se ocupan de hacer decoración de interiores para una casa de eventos.

Comentó que «siempre me gustó hacer cosas, en particular manualidades, creo que es una manera de expresión innata”.

Además, su trabajo de maestra jardinera hizo que desarrollara su lado creativo.

Casi de manera casual comenzó la actividad en su taller hace cerca de 10 años,  «hice mi primer incursión con un grupo de compañeritos de mi hijo menor que venían a hacer reciclado”.

Posteriormente, tomó clases con Claudia Bork, realizó algunos cursos, «empecé a pintar cuadros y realicé algunas exposiciones”.

En determinado momento, y por cuestiones de tiempo, tuvo que elegir entre enseñar o producir y se inclinó por continuar formando grupos en su taller.

Reciclado y pintura

La mayor parte de sus alumnas son mujeres, «algunas son docentes jubiladas y vienen a hacer todo tipo de artesanías, reciclado y pintura decorativa”, dijo Patricia.

Desde su lugar trata de incentivar la creatividad y que todos puedan crear con lo que tienen.

«Cuando me inicié con los chicos tomé como lema una frase que dice: no es necesario ser un experto para ser un artista”.

Porque entiende que no es importante tener conocimientos previos no tener un bagaje de ideas para poder desarrollarse, «algunos hacen cuadros y siempre van sacando ideas”.

La modalidad de trabajo en su taller es libre, cada uno trae su propio proyecto y lo va haciendo en la medida de sus posibilidades «las incentivo a que pongan algo propio y puedan fomentar su gusto aunque sigan la idea de una revista”, puntualizó Betz.

De acuerdo a su experiencia, ese es un ejercicio que a los más chicos les resulta más sencillo «en el jardín trabajábamos muchos autores y ellos hacían una lectura de la imagen, la rescataban con una mirada propia para volcarla en el dibujo”.

A pesar que a los adultos les cuesta un poco más la propuesta es «que pongan su impronta y se atrevan a cambiar colores”, enfatizó la artista.

Posteriormente surgió la posibilidad de hacer álbumes de fotos para armar los proyectos de su hijo que es fotógrafo y Patricia no dudó en hacer un curso de encuadernación en Buenos Aires.

Este es el último proyecto en el que se ha embarcado y contó que «hago las encuadernaciones en forma tradicional, cosiéndolas y armando todo el libro”, detalló.

Personalizados

En este tipo de álbumes que por lo general son para cumpleaños de 15 tiene en cuenta el gusto de la agasajada «le hago detalles o con determinado color en la tapa, también realizo para chicos y agendas para regalar”.

Tiene su taller montado en su propia casa y comercializa sus productos a través del Facebook. Dentro de lo referido a la encuadernación también aprendió la técnica del encuadernado japonés y sobre el particular explicó que «es para hacer cuadernillos más chicos y es más decorativa porque se muestra más por la variedad de colores y tramas de las costuras”.

Aunque se retiró de la docencia en el nivel inicial sigue vinculada a la enseñanza pero desde su taller  «es algo innato, estuve 28 años a cargo de grupos y es lo que me gusta”.

Interesada en todo lo que sea actividad manual desde hace un tiempo trabaja junto a una amiga para una casa de eventos donde son encargadas de hacer la decoración de ambientes.

Seguir  aprendiendo

Nació en Necochea y como su familia es de La Dulce, vivió toda la infancia en el campo y concurrió a la escuela rural Nº 23.

Por su parte, cursó la secundaria en el Instituto Nuestra Señora de Lujan de esa localidad «cuando terminé vine a Necochea a hacer magisterio”.

Desde entonces vive en nuestra ciudad donde se casó y comenzó a trabajar.

Estuvo en varios establecimientos privados y de la órbita estatal «me jubilé en el jardín que pertenece a la Escuela Nº 37, del paraje La Luisa”, afirmó la docente.

Ambos establecimientos compartían el espacio físico y contó que «estuve casi cinco años y fue una experiencia muy linda”.

Su madre era docente y Patricia tuvo intenciones de seguir ese camino aunque una vez recibida se dio cuenta que le gustaba trabajar con niños más pequeños por lo que completó la carrera en el  ISFDyT Nº 31.

Patricia está casada y tiene cuatro hijos, fue maestra en el jardín del Colegio Alemán, luego ingresó al 913 de Quequén; «también hice una experiencia directiva en Lobería y continué en el 13”

Posteriormente pasó al campo «hice tres años en la escuela Nº  47 de Villa Zabala”.

Reconoce que buscaba esos cambios porque no le gustaba quedarse demasiado tiempo en un lugar para poder seguir aprendiendo.

Algo que sigue haciendo en la actualidad porque no duda en tomar diferentes tipos de cursos «todo lo que aprendo me permite hablar con fundamento cuando necesito aconsejar a alguien que quiere incursionar en algo diferente”, manifestó Betz.

De este modo ha incursionado en la técnica de vitrofusión, mosaiquismo y fieltro, entre otras cosas e intenta estimular la creatividad en sus alumnas.

Fuente y foto: Ecos Diarios.