La Escuela de La Magnolia tuvo su día de festejos, encuentros y recuerdos.
La Escuela N° 23 Ricardo Gúiraldes, mas conocida como La Magnolia, celebró su cumpleaños número 61. Las inclemencias del tiempo del año pasado, impidieron que se celebren sus seis décadas, por lo que el festejo tuvo que esperar un año más.
La Escuela de La Magnolia, fue fundada el 7 de abril de 1954. El primer edificio fue de adobe, un típico rancho de décadas pasadas, construida por un caminero llamado Domingo Pico, que con su familia vivían en ese lugar. Era época de muchos hijos por familia y de muchas familias viviendo en el campo, debido a eso, se solicitó que se construyera una escuela. Los que iniciaron los trámites para ese pedido fueron Andres Albeck, Josefina Anaya de Mikkelsen Jensen, que además donó el terreno donde se construyó la escuela y mientras se construía el edificio definitivo de la institución, ya que la de adobe se había deteriorado, Josefina, más recordada como Pola había acondicionado su casa para que los chicos siguieran yendo a clases. El paraje se llama La Magnolia, porque ella, en su parque tenía una planta inmensa de magnolias. El nuevo edificio se inauguró el 25 de noviembre de 1967
Los primeros alumnos fueron Delia Mikkelsen Jensen, Silvia Mikkelsen Jensen, Ana Julia Rasmussen, Miguel Cayetano Liberatti, Alfredo Dardo Liberatti, Julia Ramos, Domingo Pico, Roberto Pico, Osvaldo Pico, Carlos Atilio Pico, Celia Irma Gogeascoechea, Carlos José Gogeascoechea y Lidia Zulema Pérez y la primera maestra la señora Bety Amanda Darwich de Betz.
El domingo pasado, para homenajear a los fundadores, se descubrió una placa con sus nombres, entre ellos Enrique Betz, que estuvo 58 años como miembro de la Asociación Cooperadora. Desde que se fundó la escuela hasta que falleció siendo presidente de la institución.
Durante la jornada, los presentes compartieron el almuerzo, mas tarde una mateada y disfrutaron del reencuentro. Había representantes de muchas familias de esa época. Susana Nogueira, actual docente y directora, en su locución se refirió a Enrique Betz y Delia García al resto de los miembros de cooperadora que hicieron posible la construcción de la escuela. Las peñas folclóricas Quebracho de La Dulce y El Ombú, de Necochea, vistieron el patio de la escuela con sus trajes y sus bailes.
La docente de la institución, Marta Fernández recordó a Enrique Betz usando sus propias palabras: «La escuela La Magnolia es mi segundo hogar».
«La escuela significaba mucho para él«, recuerda Delia García, su esposa, o Tota, como la conocemos todos , «porque me acompañó mucho a mí, que fui docente y directora durante veintitrés años. Desde el año ´57 que me casé hasta el ´80 que me jubilé. Yo ya había trabajado en Necochea y en La Dulce en la escuela Nº5, donde hice mi primera suplencia y ahí lo conocí a Enrique. Mis cuatro hijos mayores fueron a esa escuela, menos Sebastián el menor porque ya vivíamos en La Dulce cuando él comenzó la primaria. Fui maestra de mis hijos», continúa recordando, «éramos dos maestras: los grados inferiores los atendía una maestra y los superiores la otra. En esos tiempos, en todos los establecimientos rurales había muchos empleados y todos con muchos hijos, los mismos patrones del campo, también tenían varios hijos, era época de mucha vida en el campo y la escuela tenía una matrícula muy numerosa».
La escuela se llama Ricardo Güiraldes, «el nombre fue idea mía», cuenta Tota, «porque mi mamá era de San Antonio de Areco, y mi abuela trabajó con los Güiraldes. Mi mamá también estaba muy allegada a ellos, y me contaba tantas cosas de esa familia, que cuando tuvimos que elegir el nombre para la escuela, pensé en ese nombre por lo que ha significado para la literatura argentina. Como mi mamá tenía como contactarlos, les comunicamos la decisión. Su esposa, que todavía vivía, nos envió una foto de él, que todavía está en la escuela, junto a un telegrama de agradecimiento por el reconocimiento. En ese momento, la escuela tenía diez años»
La escuela tenía más participación en la vida social. Se vivía de otra manera. Todo era más sencillo y más familiar. De esa época, Tota tiene muchos recuerdos: «Se hicieron muchas cosas por los chicos y por sus familias… Muchos talleres, de costura, de pintura, cursos que mandaban las cooperativas, recuerdo que venía a esta escuela y a la escuela de Buck, una profesora de manualidades y artesanías. Estaba dos o tres días acá y después el resto de los días en la otra escuela. Venia una vez por mes y aprendíamos a trabajar el cuero, repujar metales, pintura, nos enseñaba a los chicos y a las madres también. Nos dejaba los materiales y en el mes nosotros hacíamos los trabajos que nos había dejado, cuando volvía, terminábamos los trabajos y encarábamos otros, era muy lindo. Alicia Navarro, que es profesora de costuras, nos enseñó a hacer camisas, pantalones, camperas… Los chicos tenían clases de inglés y de educación física. O sea que siempre se fueron incorporando cosas para que la escuela tuviera vida y que los chicos no tuvieran diferencia en la educación con los del pueblo y que cuando lleguen a la secundaria no les fuera tan difícil el cambio. De hecho muchos de los alumnos, continuaron con sus estudios a nivel terciario y universitario, eso significa que estaban muy bien preparados»
Las escuelas rurales, siempre han tenido el problema de conseguir docentes. Y en aquella época era más difícil aún. en ese sentido, «nosotros tuvimos la suerte«, aclara Tota «ya que cuando yo me jubilé, quedó como maestra Marta Barayazarra, que también vivía cerca, porque el tema de la escuela rural, es importante que la maestra sea del lugar, para que los chicos no pierdan clases. En esa época, te cuento, que así cayeran barretas de punta, igual se iba a clases, teníamos caminos malos, pero no se suspendían las clases. Los padres chapaleaban barro, pero llegaban con los chicos a la escuela. Y Marta ha ido hasta en sulky a la escuela».
Para finalizar dice: «Yo he sido y sigo siendo defensora de la escuela rural. Si el chico tiene problemas se le puede hacer un seguimiento y darle una educación más personalizada. Yo tuve chicos que fueron de acá, que en la escuela del pueblo tenían problemas para aprender, y en la escuela rural salieron adelante».
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