ALCOHOL Y DROGAS, UN CAMINO DE IDA.

Editorial de Sendero Regional de esta semana.

Nota editorial de Sendero Regional.

Nota editorial de Sendero Regional.

A la par de los cambios constantes que ha sufrido en las últimas décadas nuestra sociedad, primero tibiamente pero luego con una firmeza que preocupa, se ha afianzado entre la juventud la mala costumbre de consumir alcohol en altas dosis y drogas.
Lamentablemente con frecuencia, en las distintas localidades a las que cada semana llega Sendero Regional, se ha profundizado una especie de moda de consumir bebidas alcohólicas en exceso y drogas, que además de transformarse en una perjudicial adicción conlleva lamentables desenlaces, poniendo en juego vidas.
Las llamadas “previas”, consisten en reuniones que se hacen en el domicilio de un integrante del grupo de amigos y afines. Se trata de la antesala a la salida hacia los boliches, en la cual el alcohol en sus diversas versiones, adquirido con la complacencia de inescrupulosos comerciantes que no trepidan en expenderles las bebidas a menores de edad, pasa a ser el rey de estas reuniones.
La consecuencia inevitable es que muchos adolescentes posteriormente salgan a divertirse en estado de borrachera, y que la menor contrariedad en reductos de la noche derive en intercambio de insultos y en muchos casos golpes, con un final impredecible.
La ingestión de alcohol en alta escala, tanto sea para lograr valentía “para enfrentar la noche”, por simple moda o forma de “hacerse grande”, ha invadido a una buena porción de la masa de adolescente de las localidades a las que llegamos cada semana.
Uno de los aspectos sorprendentes de las exposiciones de la Policía o agentes de hospitales, es que viene creciendo en llamativa forma la cantidad de mujeres que se alcoholizan, e incluso se suman a sus pares masculinos que registran comas alcohólicos, que ponen la vida en juego.
Asimismo, este excesivo consumo suele mezclar alcohol con psicofármacos y hasta consumirlo con otras drogas, con desenlaces más que preocupantes y la promesa latente de que el daño se incremente a la vez que avanzan las semanas y ningún mayor advierte esa seria anomalía.
Peleas en reductos bailables, adolescentes virtualmente tirados en la vía pública porque no se pueden mantener en pie; encarnizadas peleas entre jóvenes y actos de vandalismo en el regreso a los hogares, constituyen algunas de las derivaciones del excesivo consumo de alcohol.
En toda esta cuestión, queda claro que se ha descolorido de alarmante forma, el papel de los padres de esos adolescentes que a través de la droga inicial que es el alcohol, se adentran en un modo de vida cada vez más oscuro. Se trata de la antesala al consumo de drogas.
Los mayores suelen estar ensimismados en sus propias vidas, sin saber en qué andan sus hijos adolescentes, qué hacen, con quienes se reúnen y demás. Ni siquiera dialogan con los chicos para indagarlos o aconsejarlos sobre los peligros que conllevan los excesos de cualquier tipo.
Moda o esnobismo mal entendido, por cierto muy bien incentivado por quienes producen y comercializan las bebidas alcohólicas; el crecimiento en el consumo de alcohol y las drogas debe ocupar a las autoridades sanitarias, y obviamente al involucrado y su círculo cercano. Ante la inquietante realidad zonal que se palpa cada fin de semana, por ahora la mayoría de quienes deben estar cerca de los jóvenes no han estado a la altura de las circunstancias.
Es imperioso que tanto los padres, como las autoridades públicas de todos los estamentos, docentes y asistentes sociales estén más atentos y cercanos a los jóvenes, como una forma de prevenir y no tener que terminar derramando lágrimas.

CARLOS LABORANTI
Director Ejecutivo

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