Doce alumnos, correspondientes a la promoción N° 48 del Colegio Secundario 18 Nuestra Señora de Lujan, tuvieron anoche su acto de colación.

Los egresados recibieron sus diplomas y medallas, en un acto cargado de emociones.

Para recordar su paso por el colegio, por la adolescencia y a modo de despedida, sus padres les regalaron una carta, que les fue leída durante la velada y la compartimos.

A menudo los hijos se nos parecen, así nos dan la primera satisfacción;

Como dice la canción

Esos que se menean con nuestros gestos…
Entonces nos preguntamos:
Cuales han sido los gestos?, ¿qué les han mostrado? ¿cómo han sido tratados, o mejor dicho destratados?
Estos no solo son hijos de 12 familias, son también los hijos del pueblo que los vio crecer, que fue testigo y participe de sus logros, de sus grandezas y debilidades, de sus aciertos y sus errores; sobre todo de sus errores, porque a veces estos sobresalen mas. Y como dice el refrán “PUEBLO CHICO INFIERNO GRANDE”

Pero el problema no es equivocarse, el problema es no aprender, y deberíamos marcar el error para enmendarlo, no para estigmatizar, expulsar, cerrar puertas y mucho menos para hacer que carguen con viejas frustraciones ajenas.

Si culpan a nuestros hijos, nos culpan. Si agravian a nuestros hijos, nos agravian. Si discriminan a nuestros hijos, nos discriminan. Y por todo eso hemos pasado. No negamos el problema, pero nos resistimos a pensar en soluciones simplistas, donde solo se busca salvar el pellejo y sacarse el problema de encima.

El tema, que nos incumbe a todos, va más allá de las costumbres de un pueblo, una generación, una clase social. Todos somos responsables y solo se podrá resolver con el aporte de todos, buscando consensos y acordando estrategias.

Excluyendo, expulsando y mirando para otro lado, no se resuelve nada, solo se demuestra incapacidad.

Educar es mucho más que enseñar a leer, escribir, sumar, restar, o una disciplina deportiva. Educar es guiar, acompañar, escuchar, acordar, valorar lo que se hace bien y corregir lo que está mal.

Los hijos aprenden lo que viven a través del ejemplo, queramos o no, conscientes o no, jugamos un papel preponderante en la transmisión de valores.

Cuando se quiere hacer algo se encuentra un medio, cuando no se quiere hacer nada se encuentra una excusa.

También es justo reconocer y agradecer a todos aquellos, que de una manera u otra, ayudaron para que este grupo de alumnos pudiera festejar el fin de una etapa de sus vidas. Dando el ejemplo que otros no supieron dar.

A las autoridades de la escuela N° 5 y a su Asociación Cooperadora. Seguramente de todos los actores y de todas las acciones de esta comunidad, habrán aprendido algo.

Y como dice la canción:
«Nada ni nadie puede impedir que sufran,
que las agujas avancen en el reloj,
que decidan por ellos,
que se equivoquen,
que crezcan y que un día nos digan adiós.
A menudo los hijos se nos parecen,
¿será esa nuestra satisfacción?

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Gentileza de La Dulce Crece.