Balneario José Wernld. Su origen y su historia.

Josefina Wernld, hija de don Jose Wernld, nos cuenta la vida de sus padres y el origen del balneario que lleva su nombre.

Josefina Wernld.

Josefina Wernld.

En ésta época, todos planeamos las vacaciones o por lo menos tratamos de pasar algunos días en contacto con la naturaleza o conociendo nuevos lugares. El balneario  José Wernld, de La Dulce, situado en el Kilómetro 60 de la Ruta 86, junto al Puente Blanco, es cada vez más reconocido y visitado.

También sucede que muchos llegamos al lugar, vemos el cartel con el nombre de José Wernld, pero no conocemos bien el origen del nombre y a quien se lo debe. Tampoco sabemos cómo era el lugar hace años ni por qué La Dulce tiene un balneario tal vez un poco distante de la localidad. Todo tiene un por qué y una historia.

Para conocerla, hablamos con Josefina Werndl, hija de don José Werndl, a quien todos conocemos como Pepa Calvo. Ella nos recibió muy amablemente y nos contó la vida de sus padres, como llegaron a nuestro pueblo, como era la vida en aquella época y varios datos que hoy parecen increíbles.

Desde hace 70 años, el Balneario José Wernld, forma parte de la vida de los dulcenses y de gran cantidad de público de la zona. Cada vez es más la cantidad de gente que llega a disfrutar de sus bondades naturales, no solo de la zona, sino de lugares distantes. Hoy en día, unas quinientas personas lo visitan cada fin de semana y este número se acrecienta cada año.

Como la mayoría de las cosas, comenzó con un sueño, con una ilusión o con la visión de alguien que se dio cuenta que algo así hacía falta y lo concretó.

Esa persona fue don José Werndl, un alemán que llegó al país en la década del ´20 y a nuestra localidad en 1926 y a quien se rinde homenaje con el nombre del balneario.

Don José, llegó desde su país como todos los que lo hacían en esos años, corridos por la falta de trabajo y el hambre que habían generado las guerras en Europa. Al llegar al puerto de Buenos Aires, se encontró con una pizarra donde se ofrecía trabajo. Buscó su oficio, “oficial sastre” y así llegó hasta la provincia del Chaco, donde requerían sus servicios. Allí trabajó por dos años, hasta que se incendió el lugar donde trabajaba. Regresó a Buenos Aires, a leer nuevamente en la pizarra de la Aduana, donde continuar con su actividad. De esa manera, se enteró que en La Dulce, Iparraguirre, un sastre que tenía su sastrería en la calle 24 entre la Av. 33 y la calle 31, donde hoy funciona la Oficina de Correos, necesitaba un ayudante. Tren mediante, llegó hasta Nicanor Olivera, Estación La Dulce. Trabajó un par de años con Iparraguirre hasta que comenzó a trabajar por su cuenta. Su sastrería estaba ubicada en la calle 31 entre 24 y 26, donde hoy está la pinturería de Diego Angeli.

Por otro lado, llegó hasta nuestro pueblo doña Teresa Salmhofer, una austríaca que había emigrado hasta estas pampas por los mismos motivos que Don José. Primero trabajó un par de años en los alrededores de Buenos Aires hasta que se enteró de la posibilidad de trabajar aquí, con una familia que requería de una cocinera, su profesión, y que vivía en la esquina de 24 y 31, hoy propiedad de Juan Carlos Jensen.

Estos dos inmigrantes, pronto se conocieron y formaron una familia con cuatro hijas mujeres. María Berta, Josefina Fany (Pepa), Any y Elsa.

La casa de los Werndl, ubicada en la Av. 33, en las actuales oficinas de PAMI, era un lugar donde se cultivaba la amistad y la solidaridad. Cada alemán que andaba por los pagos, era bienvenido en su hogar. La mesa familiar estaba siempre repleta. Además de los miembros de la familia, vivían con ellos dos empleadas de la sastrería, también viejos empleados rurales que ya no podían trabajar y mucho menos volver a su tierra, terminaban sus días junto a esta familia. Doña Teresa cocinaba para todos ellos y sus hijas heredaron varias de esas recetas exquisitas de la cocina europea.

A Doña Teresa le gustaba la pesca, participaba en cuanto concurso pudiera concurrir y se había ganado el cariñoso apodo de “la abuela de los pescadores”. Don José era un amante de la vida en la naturaleza. Gran nadador, no solo nadaba en el río, sino que también se animaba a desafiar el mar. Solía nadar desde la Escollera de Quequén, hasta la de Necochea.

Conocían y recorrían el río. Sus márgenes, sus recovecos, Don José observaba todo, su flora, su fauna, encontraba restos fósiles y por sobre todas las cosas, amaba forestar. Era tal su pasión por el río y por disfrutarlo, que necesitaba plantas que le hicieran sombra.

Cuando ni siquiera existían el Puente Blanco y el Paso Otero, él y su familia ya acostumbraban a ir al río y en una de las curvas que hacía el río, cerca del segundo lugar, tenían escogido un lugar de preferencia, donde podían nadar y donde, con mucho esfuerzo y dedicación, Don José trató de plantar cantidad de árboles, pero cuando a la semana siguiente volvía, se encontraba con que manos anónimas las habían arrancado de raíz.

En esa época, el único puente que existía era el del ferrocarril. Los autos que quisieran cruzar el río, debían hacerlo en una balsa y no todos tenían suerte en ese cruce. Varios autos caían y muchas veces sus ocupantes morían ahogados. Cuando esto ocurría, los servicios Don José eran requeridos, ya que él se sumergiera y podía recuperar los cadáveres y las pertenencias que habían quedado en el lecho del río. Ayudado con unos ganchos y sogas, ataba y sujetaba lo que encontraba y desde afuera, el resto de la gente tiraba para sacarlos a la superficie.

Cuando en los años 40 se construyeron los puentes Paso Otero y Puente Blanco, Don José encontró en éste último, el lugar ideal para que La Dulce tenga su balneario propio. Era integrante de la Sociedad de Fomento y junto al resto de los miembros de esa época, hicieron gestiones y le pidieron a los dueños de ambas márgenes del rio, la familia López Pueyrredón y la familia Bemberg, permiso para forestar y para que la Sociedad de Fomento, pasara a ser la dueña de ese lugar. Ambas familias accedieron y fue así como el sueño de Don José, comenzó a tomar forma.

Ayudado por otros miembros de la Sociedad, viajaban y hacían los pozos donde colocaron una por una cada planta que hoy podemos ver a ambos lados de la entrada. Los fines de semana, invitaba a jóvenes de La Dulce a pasar el día en el río y les enseñaba a nadar, con la condición que le ayudaran a regar el monte. Debían bajar con baldes de 20 litros, subir la barranca con los baldes llenos y regar las plantas. Fue así como el monte prosperó, además, también hubo que cuidar que no lo comieran las hormigas.

Miguel Calvo junto a Any y Elsa Wernld.

Miguel Calvo junto a Any y Elsa Wernld.

Luego sus hijas formaron sus familias, entonces ya eran tres generaciones que pasaban los fines de semana en el Puente Blanco. Era extraño ir al río y no encontrarlos.

Las distintas crecidas han modificado el paisaje y el lecho del río. La más dañina y recordada fue la inundación del ´80, cuando desbordó el río, se rompió el puente. Se llevó cuatro filas del monte y peligró el salón comedor, que tenía cerca de un metro de agua en su interior. Es así, contra la naturaleza no se puede. Y contra la fuerza del río menos aún. Pero cada vez que esto ocurrió, estuvo la Sociedad de Fomento y particulares dispuestos a colaborar y a volver a empezar.

El 12 de octubre de 1965, aprovechando el feriado, Don José preparó todas sus cosas y se dispuso a pasar el día en el río. Iba con su mujer, su hija mayor, su yerno, dos nietos y un viejo alemán. En esa época, la ruta tenía una sola mano de asfalto. Delante de la estanciera de Don José, iba un auto. Y en contra, por la mano de tierra, venían dos autos corriendo carreras. Los dos primeros vehículos se cruzaron, pero con la tierra que levantaba, el auto que venía detrás no vio que venía Don José con su familia, subió a la carretera y lo chocó de frente. El saldo de ese accidente, fueron tres muertos: Don José y dos de los ocupantes del otro vehículo. El resto de los pasajeros de ambos vehículos fueron hospitalizados con diferentes heridas. En ese momento, Don José tenía 63 años. Y murió en su ley. Yendo al río.

Estamos más que seguros, que desde algún lugar, Don José Wernld ve cada rincón del río. Cuida cada planta y ve realizado su sueño. El de él y el de su mujer Teresa Salmhofer.

Muchas gracias Pepa por su tiempo, su amabilidad, su relato y las ricas cerezas que me convidó.

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3 Responses to Balneario José Wernld. Su origen y su historia.

  1. Elma Glades LORANG dice:

    Soy nacida y vivi hasta los 15 años en ese hermoso y querido lugar. En Puente Blanco descansan todos mis seres queridos que ya partieron ( padres, hermana, hijo, esposo y hace pocos días mi hermano Carlos) donde algún dia me reuniré con ellos. Gracias a mi prima Pepa por traer tantos recuerdos y gracias a toda la gente que hace posible conservar ese lugar. Un saludo a todos los Dulcenses.

  2. maria lorena zufriategui dice:

    Hermoso lugar, quedamos encantados con la flia, supero nuestras espectativas realmente. El lugar , la atencion , la limpieza, todo impecable. Volveremos a acampar si dios quiere. Muchas gracias .

  3. graciela liliana caprino samper dice:

    Hola, yo soy nieta se Vicente samper propietario del primer hotel de La Dulce. Es un hermoso lugar, muchos recuerdos tengo de allí

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