La apasionante historia de nuestra bandera comenzó el 13 de febrero de 1812, cuando Belgrano, desde Rosario, estando al frente del Ejército, le pidió formalmente al Primer Triunvirato que oficialice el uso de una escarapela nacional, con el objetivo de distinguir a los soldados de la causa patriota. Fue así que 18 de febrero de 1812 el Triunvirato dio reconocimiento formal a la escarapela, con los colores blanco y azul-celeste.

Entusiasmado con la acogida de su pedido, y sobre la base de esos mismos colores, Belgrano decidió crear la bandera nacional. Sin perjuicio de que esta vez las autoridades se negaron a apoyar la iniciativa, es claro que el origen de los colores de la bandera diseñada por Belgrano está en los de la escarapela que él pidió pero que no creó.

Ahora bien ¿por qué el Triunvirato eligió los colores azul-celeste y blanco para la escarapela? Es probable que se haya inspirado en la Real y Distinguida Orden de Carlos III, creada por este monarca español durante su reinado (1759-1788), con el objetivo de distinguir a quienes se destacaran por sus acciones militares en beneficio de la Corona. Los símbolos de esa orden eran una cruz esmaltada y una banda de dos colores (blanco y azul). A su vez Carlos III se habría inspirado en los colores de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, a quien tanto rezaba para que María Luisa de Borbón (esposa de su hijo, el futuro rey Carlos IV) pudiera tener hijos que continuaran la dinastía. Esos colores también se habían usado, en estas tierras, cinco años antes para uniformar al Regimiento de Patricios.

Con relación al diseño de la bandera, es una hipótesis muy probable que la originariamente creada por Belgrano haya tenido solo dos franjas, tal como lo había dispuesto el Triunvirato para la escarapela original. Pues también en este sentido se habría imitado el formato de la banda que simbolizaba la referida condecoración real.

Esta hipótesis se confirmaría con el retrato que en 1815 François Carbonnier hizo de Belgrano mientras éste se encontraba en Londres en misión diplomática. En la parte inferior de ese retrato, el artista dibujó la escena de una batalla en la que se observa a un soldado llevando una bandera de dos colores: blanca arriba y celeste abajo, posicionados en sentido horizontal. Si el artista, que no sabía cómo era la bandera argentina creada tres años antes por Belgrano, la pintó de ese modo, es porque indudablemente tiene que haber sido el mismo prócer quien le describió sus características.

Ni el 20 de julio de 1816 (fecha en la que se efectuó el primer reconocimiento oficial, aunque provisorio, de la bandera), ni el 25 de febrero de 1818 (cuando se le dio reconocimiento definitivo, y se le agregó un sol a la bandera de guerra), el Congreso Nacional describió sus características. Ello recién ocurrió en el año 1944, en el que, mediante el decreto 10.302 se dispuso la vigencia de una bandera con tres franjas, aunque estableciéndose que el sol dorado en el medio solo era para uso oficial. Debieron transcurrir más de cuarenta años para que, en 1985, la ley 23.208 disponga que los particulares también tienen derecho a utilizar la bandera con el sol. Hipótesis sobre el origen de una hermosa bandera, cuyo día es, desde 1938, el 20 de junio de cada año, en conmemoración del fallecimiento de su creador, ese día del año 1820.

Félix V Lonigro es profesor de Derecho Constitucional (UBA, UAI y UB). Es autor del libro «Mirá vos. Enigmas, mitos y verdades en la historia de la Argentina y en la Cultura Cívica de sus habitantes».

Fuente: Clarín.com