Crisis del régimen de las Delegaciones Municipales
La elección directa de los Delegados por parte de los pueblos enfrenta resistencias considerables. Los intendentes temen la pérdida de poder y recursos que podría derivarse de una descentralización efectiva
Las Delegaciones Municipales en la provincia de Buenos Ayres son concebidas como entidades destinadas a representar al Intendente en las distintas localidades de un Partido-municipio. Estos espacios de descentralización están a cargo de un Delegado Municipal, que son funcionarios públicos que representan al Intendente, su función es gestionar los asuntos locales, coordinar con las autoridades municipales y atender las demandas de los vecinos. No forman parte de la Municipalidad, sino que dependen directamente del Intendente, quien los designa y remueve libremente.
La figura del Delegado tiene su origen en la época Virreynal, cuando los Cabildos de Buenos Aires y Luján, asignaban funcionarios judiciales llamados Alcaldes de la Santa Hermandad y Jueces Comisionados para administrar los intereses de la población local en los partidos de la campaña con competencias en materia de seguridad, justicia, hacienda y obras públicas.
Con la Independencia, la supresión de los Cabildos y la organización nacional, se irá consolidando el régimen de Partidos-municipios, y se establecen las figuras de los jueces de paz y comisionados municipales. Estos últimos serán designados por el gobernador, con funciones similares a los funcionarios virreynales, pero con mayor dependencia del poder central.
En 1884, se sancionó la primera Ley Orgánica de las Municipalidades, estableciendo la autarquía municipal y la división de poderes entre el Intendente y el Concejo Deliberante. Sin que se contemple la situación de las localidades que integran los municipios, dejando a criterio de cada intendente la forma de administrarlas.
Así, surgirá una modalidad de gestión local denominada “Delegaciones Municipales” que se regirán por la Ley mencionada y una Ordenanza Municipal, estableciendo sus funciones, competencias, recursos y formas de elección del Delegado, que será de competencia indelegable del Intendente. Aunque en la década de 1990 se darán algunas experiencias donde se reconocerá el derecho a la elección del propio delegado a través de un voto no vinculante. Fue un verdadero triunfo para estas localidades que, muchas veces, no contaban con un representante dentro del Concejo Deliberante, por lo tanto, necesitan de una representación, y un Delegado electo supliría esta necesidad que es un derecho.
Uno de los mayores obstáculos de este régimen es la nula autonomía y falta de recursos con la que operan las Delegaciones. Ellas dependen de las decisiones y fondos asignados por el Intendente, lo que limita su capacidad de respuesta ante las demandas locales. Además, la centralización del poder en manos del Ejecutivo dificulta la implementación de políticas acordes a las particularidades de cada localidad, impactando directamente en la agilidad y eficiencia de la gestión local.
Otro problema crucial es la ausencia de participación vecinal y control en la administración de las Delegaciones. La designación y remoción del Delegado, según el aún vigente Decreto-Ley Orgánica de las Municipalidades 6769 de 1958, recae exclusivamente en el Intendente, sin intervención del Concejo Deliberante ni consulta a la población. Esta normativa, heredada de la dictadura militar del Gral. Aramburu y del Contralmirante Rojas, genera desconfianza y descontento entre los vecinos al percibirse como un mecanismo que limita la representatividad y la transparencia en la gestión.
La elección directa de los Delegados por parte de los pueblos emerge como una propuesta de cambio, buscando subsanar las deficiencias del régimen actual. Sin embargo, esta iniciativa enfrenta resistencias considerables. Por un lado, los intendentes temen la pérdida de poder y recursos que podría derivarse de una descentralización efectiva. Por otro lado, la legislatura provincial, encargada de aprobar reformas legales, muestra reticencia ante modificaciones que podrían alterar el status quo político.
La propuesta electiva no solo aborda la necesidad de fortalecer la representatividad y legitimidad de los Delegados Municipales, sino que también se alinea con principios fundamentales de la democracia participativa y la soberanía de los pueblos. Permitir que los vecinos elijan a sus autoridades locales no solo mejoraría la relación entre gobierno y comunidad, sino que también fomentaría la rendición de cuentas y la transparencia en la gestión municipal y mejoraría la calidad de los servicios públicos. Sin embargo, también se presentan algunos desafíos y limitaciones, tales como:
.- La falta de una normativa provincial que regule la elección de los delegados municipales.
.- La falta de una definición clara del rol y las atribuciones de los delegados municipales, y de los mecanismos de control y rendición de cuentas de su gestión.
.- La falta de recursos económicos, humanos y materiales para el desempeño de las funciones del Delegado, y para el desarrollo de las localidades que representan.
.- La falta de coordinación y articulación entre el Delegado y el Ejecutivo municipal y provincial, para la resolución de los problemas comunes y la implementación de políticas públicas integrales.
.- La falta de representatividad y pluralismo de los delegados municipales, que en muchos casos responden a intereses partidarios o personales, y no a las necesidades y demandas de los vecinos.
Es imperativo que tanto la sociedad civil como los actores políticos trabajen en conjunto para superar las reticencias existentes y abogar por un sistema de Delegaciones Municipales más transparente, participativo y en sintonía con los principios democráticos fundamentales. Solo así se podrá constituir un entorno municipal donde las voces de los vecinos sean escuchadas y sus necesidades atendidas de manera efectiva y no tengan que despoblar sus localidades.
En conclusión, las delegaciones municipales son una instancia clave para el desarrollo local y la calidad de vida de los vecinos, pero también son una fuente de conflictos y desafíos que requieren de cambios normativos e institucionales. La elección del Delegado por el intendente o por el pueblo es una cuestión que debe debatirse y que involucra a todos por igual. El futuro de las Delegaciones Municipales dependerá de la capacidad de diálogo, consenso y transformación que se logre en el ámbito provincial y municipal.
Luis Gotte
La pequeña trinchera
Co-autor de «Buenos Ayres Humana, la hora de tu comunidad» Ed Fabro, 2022. Y «Buenos Ayres Humana II, la hora de tus Intendentes» es preparación.
Mar del Plata
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