El canal aliviador, ubicado en la calle que va hacia el cementerio y que evita que el agua que proviene de Lumb entre a La Dulce, está sucio y prácticamente en estado de abandono, con plantas nacidas en su interior.

Claramente lleva años sin trabajos de limpieza y mantenimiento. Durante varios años, esa falta de mantenimiento pasó desapercibido por el efecto «Niña», que al traer sequía nos hace olvidar de las inundaciones que ya hemos padecido y que nadie asegura que no puedan volver a ocurrir en algun momento.

En la memoria de muchos de nosotros está la inundación del ´80, como todos la nombramos, con casas con un metro de agua en su interior durante varios dias. Luego de eso, varias veces La Dulce tuvo calles anegadas y algunas viviendas «atras de la vía» con agua también.

Sabemos que hay vecinos preocupados por el estado del canal, como así también del desagüe que va a la Laguna La Salada y al menos dos instituciones intermendias hicieron el correspondiente reclamo a la autoridad municipal, quien aceptó que el trabajo debe ser realizado. La pregunta es, ¿qué está esperando?

La Dulce es terreno inundable. Lo es desde siempre, o por lo menos desde que hay datos del lugar. Y los gobernantes no deberían desconocer este dato. Si La Dulce se volviera a inundar, no le podríamos echar la culpa al «cambio climático», sería pura y exclusivamente por no hacer lo que corresponde.

Las obras están hechas desde hace años y son para evitar que La Dulce se inunde. Encontraron el trabajo hecho. Sólo tienen que cuidarlo (y cuidarnos).