Fue presentado el nuevo libro de Elvira Ferreras Olabe.

Junto con una muestra retrospectiva de fotos de los cuarenta años de Fundación La Dulce, fue presentada la última obra de la escritora dulcense Elvira Ferreras. El último libro de su autoría, «Pensamientos en Soledad» contó con la presencia de numeroso público, que acompaña a la autora dulcense. Para conocer sobre su último trabajo, conversamos

Junto con una muestra retrospectiva de fotos de los cuarenta años de Fundación La Dulce, fue presentada la última obra de la escritora dulcense Elvira Ferreras.

El último libro de su autoría, «Pensamientos en Soledad» contó con la presencia de numeroso público, que acompaña a la autora dulcense.

Para conocer sobre su último trabajo, conversamos con Elvira y esto fue lo que nos dijo sobre su libro y sobre otras cuestiones de su vida. Con su característico humor, nos recibió y dialogamos con ella.

–          Elvira, ¿Cómo estás?

–          Bien, gracias a Dios, muy bien

–          Bueno, contame de que se trata este nuevo libro que has escrito.

–          Este libro yo lo puedo llamar que es un milagro, nada más. Muchas veces uno, cuando vive en la casa paterna, donde vivió su padre, su madre y su hermano, y de pronto se queda sola, eso genera cosas, que fue lo queme pasó con Pensamientos en Soledad.

Yo gracias a Dios, tengo una gran cuñada que es la cuñada que vive al ladito, pegado, que es Elsa, la mujer de José, Entonces uno ya no está tan sola.

–          Pero en tu casa, si,  vos estás sola.

–          En mi casa sí, estoy sola. Y antes no era como en la época moderna, que se vive mucho afuera, nosotros vivíamos mucho adentro. Nosotros no jugábamos en la calle, jugábamos en el patio, entonces nosotros nos acostumbramos a hacer como un núcleo, papá, mamá, José y yo.

–          O sea que todos esos pensamientos que vos tenes, están enfocados en esta casa,

–          Claro, están enfocados en esta soledad que uno siente a veces, porque tampoco puedo decir que vivo sola, sola, porque no. Tengo la gente de La Dulce, que gracias a Dios, me demuestra su cariño, que eso es importantísimo, porque vos sabes que en un pueblo, cuando no te quieren, es muy feo, es horrible, y acá encuentro que la gente conmigo es afectuosa, o retribuyen lo que yo los quiero, porque yo los quiero. Al pueblo lo quiero todo, para mí los habitantes son todos iguales, anden en sulky, anden en caballo, anden en bicicleta…

–          Pero no hay más de esos!

–          Por eso, no, no! Por eso digo, te hago una referencia que no me interesa como anden, no me interesa si son pobres, si son ricos, si viven en un chalet, no… para mí, se iguala todo, a mi no me gusta hacer las diferencias sociales que se hicieron mucho.

–          Bueno, eso también es un poco el manifiesto del respeto que vos les brindas, no solamente el cariño, también el respeto.

–          Ah, sí, porque yo los respeto a todos muchísimo, y no me gusta hablar de nadie. Yo puedo ver cualquier cosa, que podría ser un cuento fantástico, pero yo jamás, jamás, no lo voy a decir, jamás.

–          Está bien, es tu manera de ser.

–          Es mi manera de ser, yo puedo ver cualquier cosa que está mal, pero no lo  puedo decir, porque no lo puedo decir. Que lo corrija la persona que tiene que corregirlo. Yo no puedo corregir si veo a dos chicos que están haciendo algo mal. Eso lo corrigen los padres en el hogar. No?

–          Está bien, es a quien le corresponde.

–          Seguro, cada uno tiene que corregir a los que debe corregir. Porque yo no puedo ir a corregirte a vos  si yo te veo que estás haciendo algo mal. Que te corrija tu padre, tu madre. Entonces como uno no se mete nunca en la vida privada de los demás y yo he visto muchas cosas y nada, como si yo no hubiera visto nada, entonces, me llevo bien con todo el pueblo.

–          Claro, está bien, es la manera.

–          Me quieren y los quiero. Listo.

–          Elvira, volviendo un poco al libro, de qué manera está escrito, ¿Son poesías? ¿Son pensamientos cortitos?

–          No, no, son pensamientos, son pensamientos en soledad. Todo lo que pienso cuando estoy sola. En la soledad de mi hogar, nacieron esos pensamientos. Me preguntas: ¿Cómo? No sé. Me senté a escribir y escribí.

–          Es lo que a vos te nace.

–          Claro. Es lo mismo que éste. Mis lágrimas en versos.

–          Bueno ese ya es otra estructura.

–          Acá está, terminado.

–          Y ese,  cuando lo vas a presentar?

–          No, no sé, este todavía no. Pero ya está. Esta el prólogo, está todo listo. “Que sea mi trabajo una plegaria a Dios”. Es lo que siento

–          Ese también es un pensamiento tuyo.

–          Sí, que sea mi trabajo una plegaria a Dios, porque es también un recuerdo a mis padres.

–          Siempre tenes a tus padres presentes.

–          Si, si, para mi tiene que estar la presencia de mis padres. Si no, cuando vos borras la presencia de tus padres, ya no s2os feliz. Pueden decir estamos contentos? No, no. A los padres hay que tenerlos siempre vivos en el corazón. Como lo tengo vivo en el corazón a mi hermano. Si yo los tuviera muertos a todos, yo tendría que tomar veneno! Porque estaría loca. No, uno tiene que tener a los muertos queridos en el corazón. Yo no los puedo olvidar. Mira que hace años que mi papá y mamá murieron, sin embargo…

–          Cuantos años?

–          Yo no recuerdo, pero hace mucho. No quiero ni contarlos. Pero hace muchos años que murieron.

–          Y siempre tenes las vivencias de ellos, los consejos…

–          Claro, mamá era una mujer de aconsejarme mucho, mi mamá era una mujer de muchos consejos y de muchos ejemplos. Porque yo vi el ejemplo de mi hogar con mi padre y mi madre. El ejemplo fue de ellos. Mi padre era honesto “Carta Cabal”. Mi madre lo mismo. Mira, yo te voy a contar un cuento que esto es lindo, a mi me gustaban mucho, cuando era chica, no sé si tendría 5 años, me gustaban mucho los frasquitos. Y yo pase una vez por la farmacia de Pestana y había un salón que es como un garaje que tienen ahora y había un montón de frasquitos en un rincón. Pero un montón. Yo me metí y saque un frasquito. Vine a casa y me dice mamá y eso? No, le digo, lo saque de un galpón de allá que tiene Pestana, lo saque. –Caminá a devolverlo. –Pero no mamá… -Caminá a devolverlo. Y se los das a Pestana, no lo tirás. Entras a la farmacia y se lo das a él. Vos no te imaginás. Iba caminando y mirando para atrás. Y mi mamá paradita en la vereda mirándome. Cuando entré (a la farmacia) y se lo devolví a Pestana, tenía tanta vergüenza, pero tanta vergüenza, que nunca jamás en mi vida dije voy a volver a tocar nada. Y Pestana me decía no, llevalo, llevalo… No! No, se lo dejé. Nunca en la vida de Dios, toque nada. Por eso te digo que muchas veces, las enseñanzas, muchas veces dicen mira aquel chico roba, si, roba porque lo han dejado. Porque no le han dicho cuando llego a la casa de donde sacaste esto? Y, no porque… -Anda y devolvelo. Ya está.

–          Es mucho más sencillo.

–          Pero claro. Es mucho más sencillo. Los chicos no son ladrones, se hacen si los dejan. Ningún niño es ladrón, cuando son  ladrones cuando son grandes, ese ya es otro cantar, pero cuando vos sos chico y te llevas algo, los padres son los que te tienen que enseñar que eso no se hace. Después de grande, ya no. Porque si yo me hubiera robado ese frasquito, después mañana me robo una botella y pasado me robo otras cosas y me meto en un almacén y me llevo algo más y sigo robando. Por eso te digo que es mucho la enseñanza del hogar.

–          Y si, es todo.

–          El niño no tiene la culpa de que sea esto o que sea lo otro. No, a mi no me vengan con ese cuento.

–          Y ese tipo de cosas las volcaste en el libro? Ese tipo de enseñanzas?

–          No,  el libro es  otra cosa. No, es distinto. Yo ya ni me acuerdo. Porque mejor que no me acuerde nunca de lo que escribo, porque después no escribo igual. Ahora si yo tuviera una memoria fabulosa para lo que escribo, a mi no me conviene. Porque voy a volcar lo mismo que escribí con distinta forma, pero más o menos igual. No, no, ya del libro me olvidé.

–          Elvira. Cuantos libros has publicado?

–          Tengo como once.

–          Once publicados y ahora estos dos más.

–          Dos más que están próximos. Uno que ya tiene fecha y el otro está para más adelante. Mis lágrimas en versos va a ser para más adelante.

–          Y algún otro proyecto?

–          No, los proyectos míos nacen cuando estoy sentada muchas veces acá, paveando, entonces nace alguna cosa. Pero ahora no. Hay que descansar. Ahora leo.

–          Que estás leyendo?

–          Yo leo mucho, muchísimo. Este tipo de libros.

–          Filosofar y vivir. ¿Son tuyos estos libros?

–          Sí, sí, tengo una biblioteca muy grande, he leído muchísimos libros. Me gusta mucho leer.

–          Bueno Elvira, te felicitamos por este nuevo libro, que tenga mucho éxito, que la gente lo compre y que lo disfrute, sobre todo que lo disfrute.

–          Yo le doy gracias a Dios, nada más. Hay que darle gracias a Dios, porque si no fuera que Él me dio ese Don, yo no escribo. Para mí la Virgen de Lujan, Dios y Jesús, son los que a mí me dan el Don para escribir, porque no cualquiera lo tiene. Tengo una facilidad asombrosa para escribir. De cualquier cosa que quiera escribir. Pero lo mas lindo que empiezo a escribir y continuo escribiendo y continuo escribiendo y continuo  escribiendo

–          Te viene la inspiración.

–          Claro, voy escribiendo, y escribiendo y va naciendo. Después lo corrijo, pero va naciendo.  Por eso te digo yo que es un Don de Dios, no es mío, el día que Dios se enoje porque yo me estoy dando mucha corte, me corta la inspiración y hasta luego, (risas) no, no me gusta darme corte, La Dulce es un pueblo sencillo, acá no hay que venir con el copete levantado, acá hay que ser sencillo, y la gente te quiere cuando vos sos sencilla y no tenes ninguna clase de diferencias. Muchos me dicen, si, vos podrías hacer… no, yo no puedo hacer diferencia por más que me digan que soy escritora, yo no me considero escritora, yo escribo. Vos me consideras escritora? Perfecto, es cuestión tuya, yo no, yo escribo, hay diferencia, no?

–          Si, si, hay diferencia.

–          Claro que la hay, escritora me tienen que reconocer los otros…

–          Elvira, muchas gracias por tu tiempo.

–          No, no, cuando es un tiempo perdido si se pueden dar las gracias, pero cuando no es un tiempo perdido, no.

Galería de imágenes de la muestra y de la presentación del libro. Click aquí

Fotos gentileza de Gustavo Cordeiro Fotografía Profesioal.

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