Diario de viajeros. Vero y Nacho. «En busca de un nuevo destino».

El lunes, luego de dos semanas en Playa Venao, decidimos partir para Santa Catalina, un pequeño balneario sobre la costa del pacífico donde, aseguran, salen buenas olas. Pero el sistema de rutas no está muy desarrollado, de modo que para llegar de un lado a otro tuvimos que tomar 5 bondis. Como no estábamos dispuestos

El lunes, luego de dos
semanas en Playa
Venao, decidimos partir
para Santa Catalina,
un pequeño balneario
sobre la costa del
pacífico donde,
aseguran, salen
buenas olas.

Pero el sistema de rutas
no está muy desarrollado,
de modo que para llegar
de un lado a otro tuvimos
que tomar 5 bondis. Como no estábamos dispuestos a hacer todo de un tirón, nos lo
tomamos con soda e hicimos una primera noche en Pedasí, un hermoso pueblo al
cual llegamos a dedo, y una segunda en Soná, que podría definir como la contracara
del anterior porque, a decir verdad, es feo. Paramos en un hotel por 10 dólares,
con camas separadas, colchones vencidos, sin ventilador y 30 grados centígrados
recorriéndonos todo el cuerpo. Creo que las birras que compramos en el chino y
tomamos en la cantina (mientras comíamos pollo asado y bananas fritas, aquí
llamadas patacones) eran para amortiguar la noche que se venía.
Pero como sabemos que viajar de esta manera encierra estas cuestiones, a
bancársela. Al otro día, luego de las compras de rigor para aprovisionarnos y
llevarnos a Santa Catalina (donde tampoco hay mercados), partimos con la certeza
de que estamos llegando al segundo destino del viaje.

 

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