Pedro Angelillo. Cincuenta años de intachable trayectoria, vistiendo la camiseta del Correo.
Después de cincuenta años en el Correo Argentino, Pedro Angelillo se jubiló de su cargo de Jefe de Correo. Realizamos una entrevista al único dulcense con el cargo de Jefe de Correos. Atravesamos gran parte de la historia de nuestra localidad, recuerdos, vivencias, anécdotas y reflexiones de alguien que ha recorrido las calles de La
Después de cincuenta años en el Correo Argentino, Pedro Angelillo se jubiló de su cargo de Jefe de Correo.
Realizamos una entrevista al único dulcense con el cargo de Jefe de Correos. Atravesamos gran parte de la historia de nuestra localidad, recuerdos, vivencias, anécdotas y reflexiones de alguien que ha recorrido las calles de La Dulce, que vivió toda la transición del correo y que tiene una memoria prodigiosa. Disfrutamos mucho de esta charla y la compartimos, además con el fin de que quede un registro de otra época.
-Antes que nada, felicitaciones por tu nueva etapa. Contame desde el principio. A que edad comenzaste a trabajar en el correo y cómo fue que empezaste a trabajar ahí.
-Yo empecé a trabajar en el correo el 6 de Febrero de 1964 a los 15 años en el puesto de mensajero. Recuerdo que era a raíz de la renuncia de Humberto Sampayo, porque él era el mensajero y renunció porque iba a empezar a trabajar con su padre a la panadería, y quedó la vacante. Mi padre me había anotado, y entré a prueba por seis meses y duré cincuenta años.
-Así que, aprobaste!
-Aprobé, si! Pero además, en todo esto, hay una particularidad. Ocurre que yo he sido cartero muchas veces, pero nunca tuve el nombramiento de cartero. Yo entré como mensajero. Hasta los dieciocho años en esa época se era mensajero.
-En que consistía el cargo de mensajero?
-Mensajero eran los menores, los que entraban a trabajar en el correo, entraban con ese cargo. Consistía en llevar los telegramas, las cartas expreso, porque en esa época nos manejábamos pura y exclusivamente con el tren. El tren venía lunes miércoles y viernes desde Buenos Aires a las cinco de la tarde, y martes, jueves y sábado, pasaba al mediodía desde Tres Arroyos a Buenos Aires. O sea que seis días a la semana pasaba el tren.
Cuando yo cumplo los dieciocho años, te digo sinceramente, a mi no me gustaba mucho andar en la calle, pero, en aquella época, un empleo nacional, era algo muy bueno. Se me dio por aprender las cosas de adentro. Terminaba de repartir, y cuando estaba en la oficina, aprendía el trabajo de los demás. También hice cursos, y cuando cumplí los dieciocho, paso a mensajero mayor, porque en La Dulce no había vacante de cartero. Había dos carteros y los dos puestos estaban cubiertos, dos telegrafistas, también estaban cubiertos, el jefe, el guarda hilos, éramos siete empleados en ese momento.
-¿Recordás los nombres?
-Si, de todos, Masari, un telegrafista de Lobería, el Negro Buños, jefe interino, Eduardo Echeverría, que era el guarda hilo, que era el que revisaba las líneas desde acá hasta San José y hasta Defferrari, como cartero estaba Osvaldo Torres y Ricardo Siri y el jefe Bruñoli.
Cuando me toca la colimba, al volver, sigo con lo mío. O sea, yo no era cartero, pero sí salía a repartir. En ese momento, empiezo a hacer el curso para jefe interino, o jefe relevante, y ahí tengo la buena suerte de que venga don Ricardo Lucero, que creo, para mí, debe haber sido una de las mejores personas que he conocido yo y que conocía el correo. Muy buena persona. Él me enseñó, me dijo, como me decía él: Hijo, yo pongo la voluntad, un granito de arena, usted ponga el resto. Entonces, en esa época se trabajaba dos turnos, a la mañana y a la tarde. y se rotaban los turnos cada quince días. Cuando yo hacía el turno a la mañana, me iba a la tarde a aprender, fuera de mi horario. El, (Lucero), dejaba para hacer las cajas, en aquella época se hacía todo a mano, y así fui aprendiendo. En esa época se usaba mucho el telégrafo. Se mandaban muchos telegramas. Y yo era duro para el telégrafo. No lo terminaba de entender.
-Eso se maneja con señales, ¿Verdad?
-Si, con sistema Morse.
-¿Que edad tenías en ese momento?
-Mas o menos veintitrés o veinticuatro años. Un día viene un inspector del correo, y Lucero le dice que él tenía alguien para recomendar. Entonces, Lucero le dice al inspector que, si me tomara un examen, y que él certificara o acompañara lo que el jefe me iba a pedir, que era hacer mi primer relevo. Y bueno, me tomó un examen de lo que había, de lo que yo sabía hacer, y este inspector dijo que si, que yo estaba capacitado para quedarme. Eso fue en el mes de junio del ´76, nunca me voy a olvidad. Lucero, terminó de entregarme la oficina a las 11.00 y a las 12.30 tomó el tren y se fue a Buenos Aires, y yo me quedé solo con la oficina a cargo. Con todo el personal, yo era el más chico de todos y era el jefe. Pero los muchachos siempre me acompañaron. Sobre todo Ricardo Siri. Y esto es algo particular también, porque yo soy el primer jefe titular de La Dulce, que es nacido en el pueblo. Nunca hubo antes que yo, un jefe titular que haya nacido en esta localidad. Siempre todos fueron de afuera.
-¿Donde funcionaba la oficina de correo en ese momento?
-Cuando yo entré al correo, funcionaba donde está ahora la sala velatoria. No se cuántos años estuvimos ahí, y después fuimos a lo de Pedro Rinkevich, de ahí a lo de José Luis Jensen y de ahí a donde está ahora.
Hay otras cosas para contar, que son hermosas. En esa época, se rendían exámenes. Para ser auxiliar, operador de sistema, todo se llegaba rindiendo exámenes. Pero yo, pasé todos los exámenes por arriba, porque de buenas a primeras, empecé a hacer doce días de relevo, veinte días, etc., de pronto, me tocaban seis meses de relevo y cómo le podes tomar examen de algo a alguien que es jefe de una oficina, que no tiene ni siquiera una coma en contra?, así que bueno, las cosas salieron así… Lucero falleció en el año 78 y de ahí, uno de los temas que había, era que no podías ser jefe de una oficina de tercera, si no habías sido jefe de una oficina de cuarta, porque tenías que escalar. Que ocurre? La Dulce era de tercera y yo quería ser Jefe de La Dulce. Si pasaban dos años a cargo, yo como jefe interino, me quisieron mandar a varios lugares, pero nunca quise ir. Prefería quedarme de operador de sistema, y así fue hasta que en un momento, como yo tenía tantos años de relevo, que eso vale muchos puntos, es como con los maestros, se maneja con puntajes, aunque vinieran jefes, con mas cargo que yo, yo los pasaba con el puntaje. Así fue como en el año 88, gané, salió a licitación la oficina, y éramos ocho o nueve, y gané y a partir de ahí hasta el 29 de agosto de 2014.
-Cómo fue el paso de haber ido a buscar las cartas al tren y terminar ahora, después de cincuenta años, cuando ya el correo, es como algo que está quedando en desuso. ¿Cómo viviste toda esa transición?
-Es todo un tema, eso.
-Porque parece algo tan lejano, que haya pasado el tren a dejar las cartas, y hace solamente cincuenta años que pasó.
-Vos sabés que acá, a los que nos tocó todas, no quiero decir que las sabemos a todas, pero nos tocó vivirlas a todas, yo no se, yo lo quiero al correo, es parte de mi vida. son muchos años. yo digo que la empresa, ha ido cambiando, como han cambiado los hombres. Yo entré muy chico, crié toda mi familia y no te digo que gracias al correo, pero sí en parte, porque si bien yo cumplí, el correo cumplió siempre conmigo. El cambio mas grande que hubo en el correo, para mí, fue cuando se terminan los trenes, porque hubo que comenzar a mandar la correspondencia por colectivo. Todas las líneas tenían que llevar la carga postal y por ley no podían cobrar. Al principio anduvo bien, pero después se pasaba un colectivo y a nadie le importaba si la bolsa seguía viaje, se hacía el reclamo, al tiempo sacaban esa línea de colectivos, como pasa ahora… Cuando la correspondencia venía en tren, no había problemas. El otro cambio grande, fue cuando se autorizó a las empresas privadas, que a mi humilde criterio, se tiene que resolver, porque el correo está pagando los platos rotos, ya que todo el mundo está haciendo dinero con eso, menos el correo oficial.
-Y ahora, internet, también está haciendo lo suyo.
-Si, te digo mas, yo creo que en cuatro o cinco años más, va a ser muy poca la cantidad de cartas que van a circular. Si bien ahora se pagan impuestos, que es lo que más mueve el correo, y facturación, todo lo que es servicio. Pero si vos me decís, cuántas cartas de familia se mandan hoy por correo, yo te podría decir que el año pasado, desde el 12 de diciembre y hasta el 31 de diciembre, se mandaron cuatro cartas al exterior y tres cartas dentro del país. No alcanzó a diez cartas. Comparado con lo que era antes, que llegaba diciembre y te tapaban de cartas.
-Pedro, te deben haber tocado distintas situaciones cuando has tenido que entregar telegramas, porque vos sabías de que se trataba el telegrama. ¿Como era llevar una mala noticia? Seguramente has llevado telegramas de despido…
-Si, es lamentable. Los telegramas siempre pasan por manos mías, aunque haya un empleado, el visto bueno siempre lo daba yo. Lo que mas te dolían aquellos, hace años, que llevabas telegramas de fallecimientos. Y era el aviso directo. Me han tocado algunos casos, que los dejabas y te salías con la bicicleta disparando y otros que no sabías como salir. En el caso de lo comercial, siempre traté de avisar, inclusive, una de las comunicaciones que había acá era con la Cooperativa La Segunda, que inauguró un servicio de Radio y había mucha gente que si no hablaba por esa radio no tenía otro medio de comunicación, y yo tenía casos de gente que me hacían encargues, o avisaban que llegaban en colectivo y los tenían que ir a buscar, y si no venían a buscar el telegrama, no se enteraban, entonces, iba a la cooperativa y les pedía de hablar con los interesados. También he mandado telegramas con remis, y sin embargo, no hemos podido llevar telegramas atrás de la vía, porque el correo no está autorizado a repartir correspondencia atrás de la vía.
-Y eso por qué es así?
–Porque nunca estuvo autorizado a repartir atrás de la vía. Y si se lesiona un cartero atrás de la vía, no está dentro del radio y la ART no lo cubre.
-¿Tenés alguna anécdota que nos puedas contar?
-Si, tengo miles… Tengo una muy linda. El «Vasco» Echeverria, fallecido pobre, era guarda hilo, y yo era muchachito. En aquella época había estufa a leña. Echeverría ponía una pava en la estufa arriba de dos ladrillos, en las brasas y la pava de aluminio estaba negra, y cuando llegaba tomaba mate y le cebaba mates al jefe. Tenía un calentador a alcohol que no era con mecha, era con piedra, y me dice un día Bruñoli, Pedro, por qué no le decís al Vasco que limpie la pava, y bueno, quedó ahí. Y si no un día de estos agujereasela, y bueno, palabras más, palabras menos, no me acuerdo como salió, a Bruñoli le gustaba tirar al blanco, inclusive habia ido a campeonatos, entonces a una bala del 22, le sacamos el plomo y yo la puse en un agujerito de la piedra del calentador de alcohol. Llegó Echeverría y ni la miró, prendió, puso la pava, en una de esas explotó y voló la pava!! El se dio cuenta que había sido yo porque me empecé a reir, me sacó corriendo, corrí por todo el correo, si me agarra ese día me mata! Tuve que irme ese día.
…Sería lindo que tratemos de poner los números en las casas. Y otra cosa que pasa, es que la gente se muda, pero no hace el cambio de domicilio. Eso sirve para que cuando viene gente nueva, pueda repartir bien las cartas y se atrasa.
-Pero ese es un problema que tenemos porque nos conocemos todos, entonces no hace falta ponerle número a la casa.
–Claro, pero yo creo que si la gente le pone el número, cualquier persona que venga, puede hacer su trabajo.
-¿Cómo fue tu despedida del correo?
-El sábado pasado, vinieron los muchachos jefes de la zona, y algunos que no los he tratado tanto, que eso me llamó la atención y me llenó de emoción, gente que hace diez o doce años que no veía, inclusive uno era jefe de la oficina de Necochea, otro de Miramar, a uno de ellos, yo desde que se fue del correo no lo había visto mas, no había tenido mas contacto, de Balcarce, Fernández, San Cayetano, todos vinieron a despedirme y vinieron estas dos personas que digo que se acordaban después de diez o doce años que yo existía y que alguna vez habíamos sido colegas, seña que tan mal no nos hemos portado con los compañeros.
-Te veo muy emocionado en esta última parte. Me queda felicitarte por tanto amor al correo, por haber tenido puesta la camiseta, que no todos la tienen de la forma en que la tenes puesta vos.
Transcribimos un pergamino que le entregaron sus compañeros en su despedida del correo: Este es nuestro simple pero sincero homenaje a tus cincuenta años de intachable trayectoria, vistiendo la camiseta del Correo. Mucha suerte y que en la pasividad puedas disfrutar tu vida con mas intensidad que nunca.
No hay mejores palabras que estas, así que felicitaciones y que todos los deseos de esta frase se cumplan.
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Gracias Pedro querido por recordar a mi padre, estoy seguro que de donde estè estarà festejando muy orgulloso porque no se equivocò en su elecciòn, lo tenès merecido y Dios te ha premiado por ello. un abrazo de un amigo que te quiere mucho.
y a disfrutar!!!!
Me emociona mucho tu agradecimiento hacia mi padre, una excelente persona, súper generosa en sus conocimientos, y admirable, Gracias por recordarlo con ese cariño sincero.
y mis Felicitaciones a tu gran trayectoria Pedro.