Marcela Nielsen de vacaciones en La Dulce.

La dulcense Marcela Nielsen, se fue a los quince años para participar de un proyecto deportivo en una ciudad italiana. Hoy, doce años después, cuenta su experiencia de vida de la mano del Voley.

Marcela Nielsen.

Marcela Nielsen.

Marcela Nielsen vive en Italia desde hace doce años. Se fue a los quince tras recibir una oferta de un club italiano para jugar al Vóley. Hoy,  no cambia el deporte por nada, juega en clubes de alta competición y es entrenadora de pequeños. Con un castellano que de pronto deja caer un suave y melódico acento italiano, nos cuenta cómo fueron sus comienzos en el deporte, su experiencia en un país lejano, sus proyectos y su vida como una italiana más.

Marcela vive en Mesina, Sicilia. Antes de venirse para Argentina, había terminado la temporada, ahora está sin club. El año pasado jugó para el Sabio Mesina. Al Club le fue bien “ascendió el equipo, aunque nos quedó el sabor amargo de perder en la semifinal. Fue medio complicado el hecho que hubiera muchas chicas chiquitas en el equipo, tuve que hacer un poco de psicóloga, de maestra, de jugadora, de entrenadora, un poco de todo y eso fue mucha carga”.

– ¿Sos la capitana del equipo?
– Se da un poco por la experiencia que tengo. No es que sea tan grande, tengo 27 años, pero es como que ya he jugado profesionalmente desde hace bastantes años, entonces me encuentro con personas más grandes que yo, que no tienen mi misma experiencia. Por eso tengo que estar mediando, no es fácil. Este año, por ejemplo, había unas chicas que tenían más de 36. Nosotras tenemos entre los 25 o 27 años y las chiquitas apenas 16. Entonces hay que ir enseñando cómo comportarse, cómo reaccionar; inculcarles la disciplina, que es lo más importante.

-¿Cómo llegaste a Italia?
– Natalia Rivero, que era profesora en el C.E.F., me convenció para que me vaya a Olavarría. En realidad, yo no jugaba al Vóley, jugaba Hándbol. Natalia me dijo, vos que sos alta… por qué no te vas a Olavarría… A mí no me gustaba el Vóley, porque lo que había visto acá, era golpe de arriba, golpe de abajo, como que no me emocionaba mucho, pero me intrigó y me fui. Me acompañaron mis viejos y me di cuenta que no era lo que yo pensaba, que en realidad había mucha más competición, era más agresivo y más divertido. Entonces empecé jugando con las chicas de Olavarría. Me iba los fines de semana y después volvía a La Dulce. Iba a la escuela y el viernes a la mañana salía de nuevo, durante un año y medio más o menos.

-¿Cómo compensabas las faltas?
-Estudiaba como una loca.  Cuando me fui, no me quedaba otra, me empezó a ir mejor que antes. La peor parte fue cuando me llamaron para la selección, porque ahí si tenía que faltar quince días. Y acá obviamente me tenía que llevar todos los libros y los trabajos para hacer, y en la selección te entrenas todo el tiempo, es muy riguroso. Son tres entrenamientos por día.

-¿Competiste con la selección nacional?
– No llegue a competir con la selección porque la federación argentina en esos años, 2003, se dividió por problemas internos, así que todas nuestras fichas quedaron libres, era como si nunca hubiera jugado al Vóley, y ahí fue cuando me llamaron de Italia. Unos conocidos del entrenador de la selección me invitaron a formar parte de un proyecto con chicas de 14 y 15 años, yo tenía 15 en ese momento. La idea era crecer y entrenarse en alto nivel, como una serie A. Con ese grupo estuve 5 años. Muy lindo el trabajo, pero es mucho sacrificio y mucha presión, y a eso hay que bancárselo.

-¿Cómo es bancarse la presión de estar en un equipo con ese tipo de rendimiento, en otro país, donde ni siquiera se habla tu propio idioma?
– Lo que pasa es que yéndote tan chica, es como que sos más maleable. Yo por ejemplo, no hablaba ni una palabra de italiano cuando llegué. No tenía ni idea, ni de cómo era Italia, ¡nada! Nunca me había puesto ni a pensar cómo sería, y yo tampoco tenía el objetivo de llegar a las altas categorías del Vóley. Yo me fui como para probar, hacer una experiencia, y después me di cuenta de todo lo que podía hacer. Que tenía el físico, la salud y sobre todo tenía carácter para hacerlo. Así que ahí me puse a trabajar seriamente.

– ¿Cómo fueron los primeros tiempos?
– Llegue a Italia sin hablar una sola palabra del idioma, al principio me maneje con el inglés, porque incluso me había negado a hablar italiano, no quería saber nada. No sé por qué. Una rebeldía, y al mes ya estaba en la escuela y todo perfecto, en gramática me sacaba siempre 9, porque era lo que más estudiaba. Lo que más necesitaba. Allá entré en segundo año, pero era como si fuera un primer año polimodal de acá. Así que yo entre sabiendo matemáticas, inglés… lo que tenía que estudiar era el italiano, pero creo que uno se adapta, a esa edad es más fácil.

– Y mientras tanto, estuviste cinco años en ese proyecto del club.
– Claro, era un proyecto que nuestro equipo, que no era nada, tenía que llegar a las categorías altas. Y llegamos a la serie B, con ese equipo, que es una de las más altas. Después, por problemas económicos tuvieron que cerrar todo… es muy sacrificado, pero cuando ganas los campeonatos, cuando ves los resultados, decís, valió la pena.

-Pasaron esos cinco años en ese club ¿Y después?
– Estuve dos años con ese club en Treviso, tres años en Beluno, que es todavía más arriba. Después me fui a Ferrara un año, a Potenza, hacia el sur. Después estuve en Mesina, Sicilia y me volví a Mesina al mismo club donde estaba hacía dos años. Anduve por todos lados

-¿Cómo es eso de vivir como nómada?
– Uno se acostumbra. Es difícil porque los departamentos, pagados por el club, se comparten con cualquier compañera del equipo. A veces me tocaban personas con las que no estaba muy de acuerdo… yo soy argentina, tengo otra cultura, otro modo de ser, de expresarme, así que tenes que mediar siempre. Cambié de escuela cinco veces. Cada vez que cambie de club.  Vas haciendo amistades, es hermoso hacer amistades, pero después, a lo mejor no los ves más. Y eso no es tan lindo tampoco. A mi mejor amigo hace como seis años que no lo veo, él es del norte, y yo estoy en el extremo sur.

– ¿Tienen buena comunicación entre las ciudades?
– Si, hay trenes, aviones, lo que no hay es tiempo. Durante el campeonato tenes solamente libre en Pascuas, en Navidad y Año Nuevo. No hay feriado con la virgen, ni feriado puente, cuando hay fiesta también se entrena, y en las vacaciones aprovecho a venir para acá y después trabajar, porque digamos no quiero gastar mis ahorros, así que además de jugar vóley trato de trabajar.

– ¿En que trabajas?
– En el verano, de camarera, en bares, cualquier cosa. Durante el invierno, que juego, también entreno a los más chiquitos.

– ¿Dentro de tu mismo club?
– No, afuera, a otros clubes. Este año por ejemplo, entrené a otro club que quedaba más cerca de la playa.

– ¿Es un trabajo bien pago?
– Digamos que por ahora, me sirve, más que nada como experiencia y lo económico es más que  nada es una motivación para hacerlo.

-¿Que chicos llegan a esos clubes? ¿Que los atrae?
– Hay muchos chicos que juegan o practican deportes. Obviamente eso es pago. Son clubes privados, todo es privado, los que llegan a las altas categorías son muy pocos. Pero se los entrena a todos de la misma manera. Después se va diferenciando quien es el que tiene más talento, y ese talento se va puliendo.

– Cuando estuviste en la Escuela N° 42, con chicos de La Dulce, en algo parecido a un entrenamiento, ¿Qué viste de diferente y qué de similar con tus alumnos?
– En realidad todos los chicos son más o menos iguales. Las etapas de crecimiento son más o menos las mismas. Pero en Italia tienen otra manera de comunicarse. En Argentian usan expresiones como gritando. En Italia, si tienen que decir algo levantan el dedo y no te agarran la remera, eso es diferente. Después no hay diferencia, todos tienen entusiasmo y motivación, seguramente los de acá tienen muchas más ganas de aprender una cosa nueva, porque en Italia el vóley es un deporte más conocido.

-En las escuelas, ¿se practica el deporte como sucede acá, o la única opción es la privada?
– Si, están las horas de educación física. Los entrenamientos que yo daba, eran para un club que estaba asociado con una escuela. Yo daba educación motora y mini vóley. Primero hay que enseñarles a correr, porque hay chicos que no saben, porque en las ciudades no es como acá, que todos los nenes andan en bicicletas, tranquilos, en las ciudades no, así que enseñarles a correr, a saltar, a desplazarse y después el mini vóley.

– ¿Qué proyectos tenes?
– Es difícil hablar de proyectos. Este año no tengo equipo, estoy buscando.Lo que si decidí el año pasado fue quedarme en Mesina, porque tenía ganas de hacer otra cosa que no fuera vóley, porque estaba medio saturada. El año anterior habíamos ascendido, pero estaba cansada. Porque viajaba todos los días. Entonces decidí, quedarme en Mesina, jugar, abrir un barcito, o algo así. Resulta que lo del bar no pudo ser. Me quedé jugando y me di cuenta que no sirvo para jugar si jugar es mi segunda opción, porque mi carácter es blanco o negro. El  club que tenía el año pasado, estaba en la serie C, que no es tan profesional, así que estoy buscando un equipo que sea un poco más exigente. Me enojo cuando tengo un entrenador que no tiene la capacidad de sobrellevar a las más chicas y lo tengo que hacer yo y no es mi rol. Me gusta que cada persona tenga su rol y que no se confundan las cosas, así que estoy buscando eso.

– Pero siempre en Italia, no tenes pensado volver a  Argentina.
– No, porque aparte, acá, no existen estas cosas. Allá podes hablar de campeonatos importantes de vivir de lo que haces, porque yo vivo del vóley, pero acá sería imposible, y a mí me gustaría seguir viviendo del deporte.

-¿Cuánto tiempo más?
-Deporte, toda la vida, vóley, veremos, hasta que tenga físico.

-¿Cuál es el promedio de edad en que dejan el vóley?
– Más o menos después de los 33, 35. Pero hay personas que tienen la suerte de tener 45 y seguir jugando, el año pasado me toco jugar con una chica brasilera, de 46 años y con un físico bárbaro, pero bueno, la genética brasilera es otra cosa.

– Y el bar del que hablaste…
– Eso es un proyecto, siempre tengo ese proyecto.

– ¿Pensas comprar o alquilar un local? ¿Tenes facilidades para hacerlo?
– No es tan fácil, pero sobre todo por la parte burocrática. Digamos la ciudad de Mesina es muy vieja. Y para tener habilitación es difícil porque son edificios del 1600, la parte del centro y se pone muy difícil para poder habilitar. Para modificar un lugar, tenes que pedir permiso a la región, a la provincia, es impresionante todo lo que tenes que hacer tardas más o menos tres años en hacerlo.

– Pero económicamente es posible hacerlo, o sea, lo harías con dinero ahorrado de tu actividad deportiva.
– Sí, sí, eso es lo que tiene el deporte allá. Por ahí, uno sacrifica un montón de cosas, como el estudio y eso, pero si sos bueno, te permite hacerte de una diferencia económica que te puede ayudar en tu futuro.

– Por ejemplo, carrera universitaria, no pudiste seguir.
– No, pero lo pienso hacer, siempre está el proyecto.

– ¿Que pensas seguir?
– En sí me gustaría kinesiología, pero yo estudie psicología en mi escuela, que tenía orientación en psicopedagogía, así que tengo esa orientación. En realidad tendría que seguir con algo de eso que estoy más facilitada.

– ¿Cómo es el ingreso?
– De las carreras que yo tengo orientación, puedo ingresar sin problemas. Pero si elijo otra cosa, tengo que hacer un ingreso,

– ¿Y tu ciudadanía?
– Tengo ciudadanía italiana, de parte de mi mamá.

– ¿No te ofrecieron jugar en la selección italiana?
– No.

– ¿Hubieras jugado para Italia?
-Lo que pasa, es que los primeros años que estuve, no tenía ciudadanía, estaba con permiso de Soggiorno por trabajo y no podía jugar en la selección de allá, y cuando era más chica hubiera sido más fácil que me llamaran. Me llamaron de la selección argentina, pero no hubiera podido porque sino, mi ficha no valía mas en Italia, así que fue complicado, decidí no jugar y quedarme en Italia en un club normal, para no perder nada.

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