Hoy más que nunca, nuestra sociedad necesita líderes que la conduzcan de manera positiva. En la actual construcción del país, se hace necesario hallar personas que tengan capacidades y cualidades que sirvan para desarrollar las instituciones.
Para que ello ocurra es vital pensar en forma colectiva, aunque en principio resulta primordial revisar los mecanismos que han llevado a este presente, en el cual los necesarios líderes positivos aparecen desdibujados ó directamente no están.
Es fundamental entender qué es un líder positivo, qué cualidades y habilidades debe tener una persona para erigirse en una figura preponderante; y en tal sentido surge nítido el concepto de que para ser un guía positivo, no alcanza con tener llegada a la gente o poder de convocatoria. También resultan vitales las cualidades que el probable líder exponga respecto a su formación y desarrollo, así como también sus habilidades y valores.
En el mundo que nos toca vivir, donde se manifiesta con claridad la carencia de valores, creencias, y compromisos comunitarios. También hay que mensurar “ese medio” en el cual se están fraguando los futuros líderes. Este presente no ayuda a la aparición nítida de nuevos conductores, y en eso tiene que ver la dinámica del medio, que influenciado por las nuevas tecnologías está creando nuevos paradigmas: comunidades virtuales, redes de relaciones intangibles y muchos más.
En tal marco, quien por voluntad propia o avatares del destino llegue a resplandecer como líder, seguramente entenderá acabadamente estos fenómenos sociales, que habrá capitalizado para imponerse en el marco social en el que vive. De ser así, es clave que sepa usarlos para un beneficio colectivo y no para su propia conveniencia.
Otro aspecto a tener en cuenta son las divisiones sociales que padece actualmente nuestra sociedad; que sin dudarlo han sido fomentadas desde esferas superiores de conducción. Esas conductas perversas se han traducido en un antagonismo a flor de piel, que genera continuos resentimientos y pugnas, al borde de la agresión.
Por historia, nuestra sociedad es dependiente de superlíderes, lo que en alguna medida tiene que ver en la utopía de las soluciones mágicas a los problemas que nos atañen a nivel comunitario.
En ese escenario es donde aparecen los líderes o a veces pseudo-líderes, en quienes se depositan las expectativas para resolver los problemas que nos afligen. El facilismo como sociedad aparece en su máxima expresión.
Ante esta cíclica conducta, que está claro no nos ha llevado a nada, se hace necesario empezar a buscar las respuestas en una sociedad colectiva, con una construcción equilibrada y gestada desde las bases: los niños, la juventud, y el sistema educativo en su conjunto, tratando de abrir las mentes y ponerlas a pensar, para que cada individuo pueda discernir por cuenta propia.
El error, es seguir pensando que una persona nos pueda ofrecer las soluciones mágicas a nuestros pesares.
En esta errónea búsqueda de conductores aparecen los líderes efímeros, es decir aquellos que tuvieron el simple o casual mérito de estar en el lugar y momento indicados, pero que no pueden sostenerse en el tiempo y terminan generando un sentimiento de fracaso colectivo.
Llevado esto a nuestra región, a la que semanalmente llega Sendero Regional, es necesario rescatar los líderes que están más allá de la política. Aquellos que afloran desde las entidades vecinales, religiosas o deportivas.
Es importante apuntalar a estos líderes y acompañarlos, pero también resulta clave exigirles que rindan cuentas en forma permanente de sus conductas y decisiones. Respuestas que deben darle a quienes los ubicaron en el sitial que ocupan. Debiendo ser cuidadosos de la verdad en los pequeños asuntos para lograr la confianza en los asuntos importantes.
Hay que dejar de lado el desinterés y la comodidad para crecer como sociedad. Tener líderes será positivo mientras se los acompañe, ayude y controle.

CARLOS LABORANTI
Director Ejecutivo.

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