Desde hace un tiempo ha comenzado a popularizarse la moda de sacarse “autofotos”, más conocidas como “selfies”, que inmediatamente son expuestas a través de las redes sociales.
Los teléfonos celulares con cámaras fotográficas de alta calidad constituyen la herramienta para capturar tales imágenes, fomentando un comportamiento que en unprincipio parecía ser propio de los jóvenes, pero que ha atrapado a personas de todas las edades.
Ante este furor, recientemente la Asociación Americana de Psiquiatría concluyó en su reunión anual, que este fenómeno de tomarse “selfies” es un trastorno mental. Según los especialistas se trata de un deseo compulsivo obsesivo por tomar fotos de uno mismo y publicarlas en los medios sociales, como una forma de compensar la falta de autoestima y para llenar un vacío en la intimidad.
La entidad mundial que nuclea a los profesionales de la psiquiatría denominó a este trastorno con la palabra “selfitis” y se lo dividió en tres niveles: bordeline, aguda y crónica.
Según la Asociación Americana de Psiquiatría, la “selfitis” bordoline consiste en tomarse fotos de uno mismo por lo menos tres veces al día, sin llegar a compartirlas en las redes sociales; la aguda la poseen quienes se toman por lo menos tres “autofotos” por jornada y luego las publican en las redes; y la “selfitis” crónica comprende a quienes se sacan fotos sin control (llegan a tomarse más de 6 por día) y luego las comparten a través de la web.
Los especialistas advirtieron que no hay cura para este síndrome, pero si existe un tratamiento temporal disponible a través de una terapia cognitivo-conductual.
Para no pocas personas empieza a tornarse molesto encontrar constantemente autofotos en las redes sociales (Instagram, Facebook y Twitter son las más populares) o, peor aún, pasar el tiempo con alguien que aprovecha cualquier espacio para hacerse un retrato y no poder aguardar para postearlo. Una enfermedad que empieza a preocupar.
Considerando a los adultos que están sucumbiendo ante este trastorno, bien se puede decir que la conducta de tomarte permanentemente autofotos y compartirlas tiene un marcado tinte de inmadurez, en la que se entremezcla una regresión y una exacerbada vanidad.
Es común ver a artistas y deportistas, en especial futbolistas (se toman fotos en la concentración o el vestuario y las suben a la web), que exponen su vida continuamente.
Algunos podrán sostener que se trata de personas que necesitan “vender” lo que hacen, para permanecer en la consideración popular. Pero también hay que tener en cuenta que muchos de ellos son referentes de los jóvenes y niños. Sería bueno que quienes por una cuestión u otra se hacen famosos por su quehacer o habilidad, se constituyeran en buenos ejemplos no abusando de las “selfies”. Este fenónemo es en el fondo un exhibicionismo y, seguramente, el primer paso de otra moda que tal vez llegue: la publicación de fotos de desnudos, con el objetivo de seguir llamando la atención y redoblar la apuesta. Y cuando esto no sirva para sorprender, por ahí se decide sacarse autofotos hiriéndose con un cuchillo, aunque hoy parezca risueño o exagerado.
Detrás de toda esta moda, las principales beneficiarias son las multinacionales, que han creado y comercializan las redes sociales, las computadoras, Internet y teléfonos.
¿Estar tan pendiente de la realidad virtual nos hace perder la posibilidad de disfrutar lo real?. Tenemos que permitirnos vivir los momentos en lugar donde nos encontramos, logrando así armonizar nuestro ser, realizando nuestra vida y no virtualizando mágicamente nuestra “imagen”.