La localidad de La Dulce, se ha destacado históricamente por la pujanza y solidaridad de su comunidad, además de la tranquilidad que ofrece.
Antes de desarrollar este comentario editorial, es válido destacar que lejos está dicho pueblo de haberse convertido en inseguro, y muchos menos si se lo compara con grandes urbes o, sin ir más lejos, con la propia ciudad cabecera del Partido de Necochea.
Pero en los últimos tiempos, se han registrado algunos hechos inquietantes, que mantienen alertas e intranquilos a los vecinos.
En las últimas semanas, con apenas unos 10 días de diferencia, fue “atacado” dos veces el polideportivo del CEF Nº 17 de La Dulce, en hechos que tienen más que ver con la intención de hacer daño que de robar.
Primero fueron roturas generales y, pocos días después, el daño fue en el quincho, aunque en esta ocasión también se llevaron un anafe.
Sin lugar a dudas, que no es agradable para nosotros tener que publicar estas noticias, pero mucho menos lo es cuando la difusión de la mismas debe repetirse en dos ediciones consecutivas, como ocurrió en las últimas dos semanas.
Pero estas dos últimas situaciones, no fueron las únicas que se registraron en los últimos tiempos, pues el mismo polideportivo había sufrido anteriormente otros atentados de este tipo y daños similares se habían registrado el año pasado en el ingreso a la ciudad.
Tal como lo expresábamos en el inicio de esta opinión, se tratan de hechos muy puntuales y no significa que La Dulce se haya transformado en una localidad insegura.
Lo que nos lleva a escribir sobre esto, no es alarmar a la población ni mucho menos, sino llamar a la reflexión a quienes tuvieron estas actitudes, destruyendo algo que también les es propio, sin importarles el esfuerzo que la mayor parte de la comunidad realiza para mantener dichos lugares lindos, limpios y cuidados. Y a las autoridades que tomen cartas sobre el asunto y se esclarezca lo sucedido.
Tal como lo expresamos hace un par de semanas, tanto el polideportivo como las plazas de la localidad, que son los lugares que han sufrido este tipo de ataques, están pensadas para que niños, jóvenes y adultos tengan un lugar donde divertirse, practicar un deporte y pasarla bien, por lo que se hace aún más inentendible, la actitud absurdamente dañina y repudiable de los ignorados autores de los hechos.
Por otra parte, también parece un buen momento para pedir a la comunidad que se comprometa con estas situaciones, denunciando o contanto al personal policial si han visto algo, pues es la manera de que estas situaciones terminen de una vez por todas. Y una vez denunciado los hechos se tome carta sobre el asunto, y que se conozca quienes hacen de esta localidad tranquila una fuente de preocupación.
Esperemos que esta gente que lleva adelante estos hechos vandálicos, se permitan reflexionar, recapacitar y utilizar ese tiempo en sumarse a alguna institución o grupo de trabajo en pos del crecimiento de esta hermosa localidad del interior.
Carlos Laboranti
Director Ejecutivo