Diario de viajeros. Vero y Nacho. «Tegucigalpa».

Cuando estábamos en Costa Rica nos advertían de los peligros en Nicaragua y en Nicaragua de los peligros en Honduras. Decir que uno venía a Tegucigalpa era un desatino porque, así sin más, te tiraban las estadísticas por la cabeza. Lo cierto es que, hasta ahora, el horror, los crímenes, la inseguridad, eran cuestiones que

Cuando estábamos
en Costa Rica nos
advertían de los
peligros en
Nicaragua y en
Nicaragua de los
peligros en
Honduras. Decir
que uno venía a
Tegucigalpa era
un desatino porque,
así sin más, te tiraban
las estadísticas por la cabeza. Lo cierto es que, hasta ahora, el horror, los
crímenes, la inseguridad, eran cuestiones que siempre pasaban en el país
vecino. De Tegucigalpa nos habían dicho que era la ciudad más peligrosa
del mundo aunque, claro, eso no aparece en ninguna lista. Pero los miedos
operan de esta manera; es un discurso que se instala y circula y después
¿quién lo detiene? ¿Cómo?

Tegucigalpa es una ciudad construida hacia lo largo. Está emplaza en
montañas y no tiene un dibujo clásico de centro viejo donde se concentran
los poderes, con una plaza principal. Tampoco tiene peatonal con comercios.
En algún punto, diría que se parece a Managua, aunque el contraste está
dado por la cantidad de franquicias de empresas internacionales que
Nicaragua carece, como Mc Donald, Burguer King, KFC, Pizza Hut y demás.

El hecho de estar
A Managua quería llegar porque era tierra revolucionaria. Y con Tegucigalpa
sucedía algo parecido, pero a la inversa: en el 2008 me había quedado
tumbado en el sillón viendo las imágenes que la televisión mostraba del golpe
de estado a Manuel Zelaya. Era, digamos, estar en un lugar mítico, donde la
historia había escrito algunas páginas en tiempo reciente. Y ayer pasamos en
auto por la casa presidencial y recordé los sucesos del 2008, con la gente en
las calles repudiando la interrupción arbitraria del gobierno popular de Manuel
Zelaya, cuando restaban sólo unos meses para que se llevasen adelante las
elecciones. Hoy, y luego de unos escrutinios truchísimos, gobierna Porfirio
Lobo, un títere de la embajada de Estados Unidos que tiró por la borda todo el
proceso de transformación social que se venía llevando adelante. Ni la presión
internacional ni el cese de las relaciones diplomáticas de muchos países de
américa latina lograron hacerle torcer el brazo al entonces dictador Micheletti.
La resistencia
Por esas cosas fortuitas
que tiene este viaje,
estamos hospedados en
la casa de Pepe, un líder
de la resistencia popular
hondureña. Él fue quien
nos contó los trágicos días
del golpe, de cómo el pueblo
salió a protestar y de cómo
los medios se encargaron
de acallar las voces y
ocultar todo lo que sucedía en las calles. Hemos discutido sobre política e
intercambiado concepciones acerca de los procesos sociales que vive américa
latina. Será la suerte, tal vez, lo que hace que nos crucemos con tanta gente
linda. O será que no hay tanta gente fea y mala como nos quieren hacer ver
los agoreros del individualismo y el miedo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.