Monseñor Gabriel Mestre: “Me gusta el contacto directo con la gente”.
El obispo de la Diócesis Mar del Plata, monseñor Gabriel Mestre, visitó nuestra localidad y propuso un encuentro abierto con la comunidad, en la que respondió las numerosas preguntas que recibió.
Posteriormente, dialogamos con él acerca de su visita a La Dulce, del papa Francisco y de la actualidad de nuestro país.
“Altamente positiva. Vine a la mañana temprano y pude recorrer con el padre Román, muchísimas de las instituciones de la localidad, en las cuales fui muy bien recibido. Después celebramos la misa y por último, un encuentro con integrantes de la comunidad cristiana católica, en el cual dialogamos sobre temas diversos y variados, ya que la consigna era que le pregunten al obispo lo que quieran preguntarle. Me he sentido muy cómodo a lo largo de todo el día y muy gozozo, como obispo de la Dioócesis de Mar del Plata, poder visitar La Dulce”.
-¿Este tipo de charlas abiertas y fuera de la Parroquia, es una metodología que ha implementado ahora?
“A mí me gusta así, un estilo muy abierto. Lo dialogamos con el padre Román, a quien también le pareció muy interesante poder hacerlo de esta manera. Creo que es importante recibir el mandato que nos pide el papa Francisco, que es estar en la calle. El papa insiste en ir a las periferias geográficas existenciales y acá en La Dulce se dan un poco las dos realidades, periferia geográfica, porque es uno de los puntos más lejano de la sede de la Diócesis que está en Mar del Plata, y existencial por esto de venir a un club a dialogar, en un mano a mano, sin nada armado. Yo creo que fue altamente positivo, a mí me gusta, me gusta el contacto directo y compartir en la diversidad, porque en las preguntas que se plantearon, no todos tienen por qué estar de acuerdo con las respuestas que yo dí. Creo que eso es muy importante, un ejercicio de diálogo, de respeto por la diversidad, que claramente tenemos que vivirlo todos, y nosotros como discípulos de Jesús, los cristianos católicos, teniendo nuestros principios, poder compartirlos de manera serena y dialogante con todos los demás”.
-¿Va seguido a comunidades chicas, teniendo en cuenta que obispos anteriores no lo hacían?
“A mí me encanta, de hecho, en el caso de Juan N. Fernández, ya fui dos veces e hice una visita a Claraz, que es una población más pequeña. He visitado Vivoratá, Pirán, San Manuel, Napaleofú, que son localidades pequeñas, así como voy a las grandes parroquias de la periferia de Mar del Plata y de Necochea, que son las ciudades más pobladas de nuestra Diócesis. Así como disfruto de ir a los barrios y a las parroquias del centro, disfruto también de la presencia en las zonas rurales y lo tomo como parte de mi tarea de padre y pastor, poder escuchar las realidades de estas comunidades”.
-¿Cuáles son las preguntas más frecuentes que le realizan?
“Acá fue muy variado, cuestiones que tienen que ver con lo social, con lo religioso, con la evangelización, cómo lograr que la gente pueda participar más en la iglesia, los problemas familiares, el tema de la droga, cuestiones que tienen que ver con el papa, fue muy variado y diría que fue en la línea media de las preguntas que surgen en las distintas comunidades. Lo he hecho a esto en otros lugares, incluso de poblaciones urbanas más fuertes, y más o menos las preguntas van por el mismo lado”.
-¿Cuál es su posición acerca del aborto?
“La posición del obispo de Mar del Plata es la posición de la Iglesia. No tiene que ser novedad que un obispo católico, plantee claramente la no legalización del aborto en Argentina. La postura es clara, es firme, no hay matices para nosotros, lo cual no impide y esto es importante, tener una actitud de misericordia, acompañamiento y cuidado, y no de juicio superficial externo, con tantas mamás, tantas personas, que han padecido o han tenido que optar por la realidad del aborto. Nos oponemos decididamente al aborto clandestino, porque significa muerte, significa situaciones de vulnerabilidad; y con la misma fuerza nos oponemos al llamado aborto legal, porque también de una u otra manera engendra la realidad de la muerte. Esta es la postura de siempre de la Iglesia, que la tenemos que plantear con claridad, en una sociedad democrática, donde obviamente hay otras posturas y pensamientos”.
-Sabemos que el padre Román influyó en su decisión de ser sacerdote, ¿qué nos puede contar al respecto?
“Para mí fue muy importante, el testimonio de coherencia, de austeridad, siendo párroco de la Catedral él, estando en el centro, en la vidriera de Mar del Plata; su muy buena relación con el padre ayudante que tenía en ese momento, que era el padre Pablo, en una comunidad en la que los jóvenes íbamos a rezar y a hacer tareas misioneras en la villa. Su modelo comprometido, despojado, muy agarrado de Dios y a la vez muy conectado a la realidad humana, fue muy importante para mí, a mí me impactó mucho esto, que él pudiera estar en las dos realidades. El padre Román y el padre Pablo, fueron los que me marcaron en mi decisión, hasta tal punto de que cuando fui elegido obispo, tenía que elegir dos sacerdotes para que me acompañaran en la celebración y los elegí a ellos dos”.
-¿Por qué no viene a Argentina el papa?
“Es un tema que salió en las preguntas con la gente. Yo digo dos cosas, por un lado el factor político-partidario-social, yo creo que está rondando, es un tema complejo, creo que hay un exceso de interpretación de los signos del papa, por algunos medios, que influyen en la gente, que por ahí no sabe leer más críticamente algunas cuestiones. Por otro lado, el papa es jesuita, y los jesuitas son muy particulares, y él es un jesuita muy austero, así que por momentos a mí me viene a la cabeza, que el papa se moriría por venir a su Buenos Aires, le encantaría venir a Luján, y que por un tema de austeridad, decide ir a otros lugares y no venir a su lugar natal. Esas dos cosas me vienen a la mente, pero como interpretación y totalmente discutible, porque a ciencia cierta, no sé por qué no viene y a mí me encantaría que viniera”.
-¿De qué manera se puede cerrar la grieta que hasta se vive en el seno familiar?
“Yo creo que el diálogo es un elemento esencial y algo que dice el papa muchas veces, generar la cultura del encuentro, a pesar de que pensemos distinto, no somos enemigos; podemos pensar distinto, podemos dialogar y si no nos ponemos de acuerdo, no nos peleamos, no nos agredimos, creo que esa es la clave, unidad en la diversidad”.
-¿Se va contento de La Dulce?
“Me voy muy feliz, ha sido un día maravilloso, desde la mañana, todos los encuentros fueron altamente positivos. Agradezco a todos los hermanos de La Dulce y cada una de las instituciones, que me han recibido profundamente bien”.
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