85 años de vida comercial en La Dulce.
El negocio de Rodolfo Angeli, lo comenzó su padre el 14 de julio de 1934.
Para presentar esta nota, me permito contar un par de detalles que me hicieron creer un poco en la magia y en lo que el destino o la sincronicidad nos tienen preparados.
Esa magia de la que hablo, se puso de manifiesto una vez más hace un par de días cuando mi marido me acerca una libretita que decía: El Inca de Rodolfo Angeli. Casa fundada el 14 de julio de 1934. Saco cuentas, faltan un par de días para que se cumplan 85 años de vida comercial. Me contacto con Fernanda, la “heredera” del comercio y quedamos que el sábado iba a visitarlos. Cuando llego, estaban los tres hermanos Angeli reunidos, hablando un tema familiar. Les pido una foto a los tres y me muestran otra, de ellos pequeños, donde también están los tres juntos. Hasta aquí surgieron esas casualidades inesperadas que dieron origen y que ilustraron la nota. La última y la más llamativa, van a tener que leer todo para descubrirla.
Rodolfo Angeli, más conocido como Cholo, nació en La Dulce en 1913. Sus padres nacieron en Italia y llegaron a La Dulce desde Tres Arroyos en el tren que traía a interesados en adquirir tierras para fundar un pueblo. Don Pompeo Angeli compró un cuarto de manzana, desde donde está hoy el taller de Rodolfo Angeli hasta la casa donde vivió Don Cholo y su esposa Ignacia. En ese cuarto de manzana, Don Pompeo y su esposa atendían una fonda, como se lo conocía en esa época, y era una especie de restaurant donde también había lugar para pasar la noche o algunos días.
Del matrimonio de Pompeo nacieron seis hijos, tres mujeres y tres varones de los cuales una de las mujeres aún vive. Sus nombres eran Juan José, que trabajo muchos años en Cruce, Alfredo que trabajo en el Registro Civil y vivió muchos años en Gonzalez Chaves y después en Necochea, Rodolfo “Cholo” que vivió siempre en La Dulce y es el único que no se fue. Las mujeres se llamaban Ema, casada con La Bataglia, y tenía una inmobiliaria en Necochea, Porota vivió muchos años en Buenos más Aires y se caso con un señor de apellido Rizzo y la que aún vive es Nené, casada con Bayon y tiene 96 años.
Don Cholo Angeli comenzó trabajando con Guillamon y Boadella que estaban en la calle 24 esquina 39 y ahí tenían un taller de la Ford de Tres Arroyos. A los 20 años decide trabajar por su cuenta y mi abuelo -recuerda Rodolfo- le dio el local que estaba al lado de su casa. Comenzó con gomería y taller mecánico. Se hacían las dos cosas juntas en esa época, porque en esos años recién empezaban a haber unas camionetitas y la gente recién empezaba a manejar. El negocio se llamó El Inca, en homenaje a los aborígenes de esa tribu y fue inaugurado el 14 de julio de 1934.
Nosotros somos tres hermanos varones, Rodolfo, Roberto y Néstor y cuando terminábamos de estudiar, comenzábamos a trabajar con él. Cuando yo termine 6º grado, no había secundario, y me aboqué a ayudarle a él. Roberto, que era el que me seguía a mi, hizo el secundario porque hacía un año que lo habían puesto cuando él terminó la primaria y después que terminó el secundario también empezó a trabajar, aunque después de clase también trabajaba. Néstor es más chico. Pero cuando los tres fuimos más grandes, él dijo que iba a repartir lo que tenía y él, se quedaba con él negocio. A mí me dio el taller; a Roberto la gomería y a Néstor lo mando a Mar del Plata para que aprenda alineación y balanceo. Aprendió y puso su taller donde ahora está trabajando Martínez. Él nos dijo algo: cada uno tiene un negocio, si ustedes quieren trabajar el domingo trabajen y si no quieren trabajar el lunes, no lo hagan, pero no me pidan más porque no tengo más. Y eso fue el inicio de cada uno. Yo seguí siempre con lo mismo. Roberto se dedicó después al campo y Nestor después comenzó con la Estación de Servicio.
Cuando mi papá cumplió 50 años en su negocio, agarró una herradura de caballo y le puso el número 50 dentro. Cuando cumplió 51 hizo lo mismo y llegó hasta el 57. Él muere en mayo, pero la gente seguía viniendo y yo los atendía por acá, desde el talle, porque el negocio de él estaba cerrado. Y pensé, lo voy a abrir y lo voy hacer llegar a los 58 años, que faltaba poquito y porque tenía la herradura con el número 58 que se la habían regalado. Esa está colgada en una estantería, las otras las regalé. (Ahí lo interrumpo y le hago ver que si da vuelta el número, se forma el 85 y cuando veo la herradura, la giro y se forma el 85. ¿Magia? ¿Casualidad? y cuando le saco la foto, le pido que la sostenga con la herradura mostrando el 85).
Sigue con su relato y me cuenta que hace apenas un mes que de desligó del taller y se lo dejo a Alejandro Dialeva para que lo maneje él. Y dice «Tengo una foto donde tengo 5 años y mi papá me había puesto a medir una válvula, me he criado acá, en este mundo y sacarlo del cuerpo no es fácil. Por ahí nos vamos con Susana unos días a Mar del Plata, pero mi vida está acá. Y también le tengo que ayudar a Fernanda porque es mucho para ella.
Hasta aquí, la breve historia de una familia que nació en La Dulce y continúa viviendo y apostando por nuestra localidad. Solo el destino sabe que número tiene preparado para una nueva herradura.
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