Pedido desesperado de una contratista rural perjudicada por el impacto de las dos devaluaciones.

Un caso testigo en el sudeste bonaerense.

45170212_937277313131706_4585063423124963328_nUn año atrás Viviana Galli fue reconocida en el 4° Encuentro Nacional de Mujeres Rurales organizado en la localidad bonaerense de Mercedes por la Asociación Regional del Oeste de Emprendedores, Productores y Artesanos con la colaboración Febapri y FEBA.

Pero en estos días Viviana apenas puede dormir porque está justamente en riesgo su identidad: pronto puede dejar de ser una “mujer rural” para tener que emigrar a una gran ciudad.

En 2016 su esposo compró una cosechadora Massey Ferguson nueva con un crédito en dólares y entrega, como parte de pago, de otra máquina modelo 2004 de esa misma empresa. “La adquirimos con un tipo de cambio de 13 $/u$s y en la actualidad, con 55 $/u$s, el préstamo se hizo impagable”, comenta Viviana, quien reside junto a esposo e hijos en el pueblo de Juan Nepomuceno Fernández (partido bonaerense de Necochea).

Con la sequía del verano 2018, seguida por una inundación que se extendió por varios meses, el trabajo se desplomó. “Lamentablemente el municipio de Necochea decidió el año pasado no acogerse a la emergencia agropecuaria (por excesos hídricos), lo que agravó la situación de los productores de la zona y, por extensión, de los contratistas rurales”, explica Viviana.

El siguiente golpe no fue climático sino macroeconómico: una mega devaluación del peso argentino. Por ese motivo debieron refinanciar el crédito tomado con AGCO Capital (la compañía financiera de la filial Argentina de Massey Ferguson). Y siguieron adelante.

Pero este año, con una nueva mega devaluación, las cuotas de la cosechadora se hicieron imposibles de afrontar. Y AGCO Capital no les permitió volver a refinanciar el crédito dolarizado. Perdieron la cosechadora al no poder afrontar el pago del préstamo.

“Pero, con una deuda de 380.000 dólares, la máquina fue valuada en 250.000 dólares, por lo que nos quedamos con una deuda de 130.000 dólares y sin la herramienta de trabajo”, advierte Viviana.

“Los contratistas rurales tenemos costos dolarizados e ingresos pesificados; nuestras tarifas, con una devaluación, no se ajustan de manera inmediata como lo hacen los granos. A pesar de que recolectamos la mayor parte de la cosecha argentina, somos el último eslabón de la cadena: nadie nos escucha ni nos defiende”, añade.

“Esperar que se implementen medidas que acompañen a este sector para poder solucionar los problemas que afectan a los contratistas de todo el país”, concluyó.

Fuente: valorsoja.com

 

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