La vida después de la tragedia de la inseguridad.

Nota presentada en el Diario Clarín por el dulcense Esteban Mikkelsen Jensen. Entre enero y octubre de este año hubo 134 crímenes durante robos en Capital y Provincia. Clarín reunió a familiares de víctimas de cada uno de estos meses. Ellos cuentan cómo se sigue adelante. Todos tienen algo en común: una fecha en el

Nota presentada en el Diario Clarín por el dulcense Esteban Mikkelsen Jensen.

Entre enero y octubre de este año hubo 134 crímenes durante robos en Capital y Provincia. Clarín reunió a familiares de víctimas de cada uno de estos meses. Ellos cuentan cómo se sigue adelante.

Todos tienen algo en común: una fecha en el calendario que quieren tachar para siempre. Un día, un instante, cambió sus vidas definitivamente. Son familiares de víctimas de la inseguridad. Son padres, hijos, hermanos, tíos, sobrinos, abuelos, nietos, a quienes les robaron no sólo ese ser querido, sino también el derecho a ser feliz, a soñar, a concretar proyectos.

Pero este drama no se agota sólo en ese familiar que ya no está más físicamente –porque en los corazones nunca deja de latir–. Al inmenso pesar se suma, en gran parte de los casos, la impotencia por decisiones judiciales inexplicables, por reconocimientos dolorosos, por trámites burocráticos interminables, por causas que acaban impunes, por largos derroteros en las comisarías y las oficinas de quienes deben administrar justicia. En ese ámbito donde la vida de quien fue asesinado pasa a ser un simple papel con un sello de goma. O en esferas gubernamentales, donde son apenas un número entre tantos.

“En la Fiscalía me dicen: ‘No hay novedades, venga dentro de 20 días’. Yo ya tengo un caminito de ir y venir de mi casa a Tribunales”, le comenta Santos Candaloro (cuya mujer murió tras un asalto en Mataderos) a otros familiares de víctimas de la inseguridad.

Todos cuentan que atraviesan a diario las mismas penurias.

Clarín convocó a diez de ellos –uno por cada mes del año– para reflejar cómo siguen sus vidas después de sus tragedias. Algunos lo afrontan con entereza, otros se aflojan, lloran y hacen una pregunta que desemboca en un túnel sin fin: “¿Por qué?”. Y también coinciden: “No se vive, se sobrevive, se subsiste”.

En el estudio fotográfico, primero hay timidez para intercambiar palabras entre ellos, pero con el correr de los minutos los diálogos ya conducen a un mismo camino: el dolor y las dificultades para sobrellevar la pérdida. Pero también la sensación de que debenechar al océano energías en aspectos que tendrían que ser resueltos por aquellos que deben garantizar seguridad y justicia.

Según un relevamiento hecho por Clarín –ante la ausencia de estadísticas oficiales–, este año se mantiene la tendencia de 2012:cada 54 horas es asesinada una persona durante un asaltocometido en la provincia de Buenos Aires y la Capital Federal. En enero–octubre de 2013 (304 días) mataron a 134 personas: 88 en el Conurbano (el 66% del total), 38 en el interior (28%) y 8 en la Ciudad (6%). Entre ellos había 24 policías. La mayoría de las víctimas –95–murió baleada.

La Matanza es el distrito más violento del GBA, con 23 asaltos mortales. También llama la atención la alta ocurrencia de homicidios en Mar del Plata: hubo 17 muertes durante robos. En Junín, que el año pasado se había sacudido con la tragedia de la familia Colo (dos hermanas fueron asesinadas, con 12 años de diferencia entre cada caso), mataron a tres personas y esto empujó a los vecinos a las calles por seguridad.

Los familiares de las víctimas convocados por Clarín también destacan la soledad con la que deben afrontar sus demandas por justicia. De los diez casos, apenas tres recibieron comunicaciones por parte de autoridades municipales para ponerse a su disposición. Y en uno de ellos, la viuda de una víctima consiguió un empleo para solventar los gastos de una familia con cinco hijos en la que su marido era, hasta antes del crimen, el único sostén.

“A mí lo que me gustaría es que cambie la situación, que esto no le pase ni al hermano del que mató al ‘Ruso’”, afirma Rubén Solano, cuyo hermano fue asesinado cuando quisieron robarle la moto con la que trabajaba como mensajero. Pocos días antes, la víctima había publicado un aviso en un sitio de subastas para vender el vehículo, porque quería comprarse un utilitario. Rubén aporta una anécdota insólita: “A los cuatro días del crimen, con la moto secuestrada en una comisaría, un policía me llamó para preguntarme: ‘¿Seguís con la idea de vender la moto?’ No lo podía creer”.

Fuente: Diario Clarín.

 

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